La historia del “Cementerio de los Impuros” de Avellaneda con una red de prostitución que existió detrás, y que ya publicó INFOCIELO la semana pasada a partir de un detallado hilo de Twitter, tuvo repercusiones aún más interesantes.
Los lectores, quisieron opinar, sumaron datos y se sorprendieron por la trama de proxenetismo, la increíble red de prostitución de inmigrantes centroeuropeas y la triste conclusión en un cementerio prohibido y olvidado. También aportaron conocimientos acerca de un tema que fue tabú durante casi todo el siglo 20.
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Además de citar a esta historia como fuente indiscutida de inspiración de la novela que el año pasado emitiera canal 13, “Tierra de Amor y Venganza”, quienes se interesaron de esta historia hablaron de un documental realizado en 2018 llamado “Impuros” de Florencia Mujica, que aborda la misma temática desde la interesante mirada de una mujer luchadora como es la escritora y militante contra la trata de personas Sonia Sánchez.
Por 50 años, entre 1880 y 1930 la red de prostitución y trata, Zwi Migdal reclutó, por engaños o por la fuerza, a cientos de mujeres en la Argentina.
La historia y sus víctimas fueron llamadas a silencio durante décadas.
En la apertura del citado documental “Impuros” , Sonia Sánchez camina por un cementerio (que no es el de Avellaneda, porque allí el municipio no les dejó filmar), que recrea al original, el cual aún existe pero cerrado y abandonado por la municipalidad de ese distrito.
Ella se abre paso entre tumbas grises, en las que no hay flores, ni fotos, ni grabados, en las que sólo se evocan cuerpos que no tienen nombre, ni hay quien los visite.
“Aquí están enterrados los ‘Impuros’”, cuenta, mientras recorre las lápidas de los proxenetas que durante 1880 y 1930 promovieron la prostitución impuesta a jóvenes y traficaron mujeres desde Polonia, para introducirlas en su red de prostíbulos argentinos.
Hacia el final del siglo XIX y en el comienzo del XX, la Argentina era lo que se solía denominar una “tierra de oportunidades” para los inmigrantes europeos.
Disimulado entre aquellos que llegaban con hambre de trabajo e ideales de crecimiento, se instaló en el país Zwi Migdal, un grupo de proxenetas judíos-polacos que se ocultaban tras la fachada de la “Asociación de Socorros Mutuos Varsovia”, tal como INFOCIELO narró en la hisroria oculta del cementerio de Avellaneda, llamada por aquellos años “Barracas al Sud”, pero que en realidad no eran más que un entramado de violencia y lucro sobre la prostitución de mujeres.
Organizados con escalofriante pericia criminal y perfección, consolidaron una red que engañaba a jóvenes para convertirlas en esclavas sexuales.
Algunas de ellas, con 15 años, eran obligadas a casarse con sus futuros proxenetas en Europa y, una vez aquí, enviadas a prostíbulos en los que llegaban a tener sexo con 40 hombres al día.
Sólo quedan de ellas, las fotos con las que confeccionaban los inventarios en los cuales se las diferenciaba a unas de otras por tipo de nariz, pelo o contextura física, y las desgarradoras cartas de socorro que ellas mismas escribían en un precario castellano.
Los “Impuros” fueron silenciados un poco por vergüenza, y otro poco por odio y miedo a la “mala prensa” con la que estaban lidiando los judíos, a quienes se los inculpaba de fomentar la prostitución por causa de este reducido grupo.
Pero junto a ese silencio también se callaron cientos de historias, de vidas de mujeres en peligro y de pedidos de ayuda, como también se silenció el sector del cementerio de Avellaneda que aún hoy oculta sus tumbas.
La sociedad provocó una negación a las prostitutas; socorrerlas era contra la ley, porque estaba establecido que cualquier mujer que se acostara con más de un hombre era una de ellas y era pecaminosa. Por ser prostituta nadie podía acogerla, rescatarla ni, siquiera, ofrecerle un vaso de agua.
La revista Zibilia entrevistó a Florencia Mujica a poco del estreno de este documental hace 2 años, y aquí reproducimos lo que se le preguntó y contestó la directora, acerca de la historia y del Cementerio de Avellaneda en el que se les impidió tomar imágenes:
Poco se sabía de los “Impuros”, la traba con que se encontró el investigador Haim Avni parece haber sido efectiva. ¿Cómo llegaron a esa parte de la historia y cómo lograron penetrar con tal grado de hermetismo?
En el caso de Zwi Migdal, gracias a todas las denuncias, hemos podido acceder a mucha información sobre esa red, que en otros casos es muy difícil ya que permanece oculta. Había mucho archivo periodístico de la época, por los juicios a los proxenetas, fotos y libros. Además, en el equipo de investigación contamos con Myrtha Schalom, la escritora de La Polaca (que es una novela de 2003 que ficcionaliza la vida de Raquel Liberman, inmigrante obligada a prostituirse por esta red, a la que denunció en 1929) quien fue clave para llegar a información crucial. Uno de los lugares en los que quisimos filmar y no pudimos fue el cementerio de impuros de Avellaneda, donde están enterrados muchos dirigentes de la organización.
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