En la entrada del fin de semana extra largo, y en medio de protestas que mantuvieron cerrados los principales accesos a La Plata y a Capital Federal, al presidente de AUBASA, Ricardo Lissalde, no se le ocurrió mejor idea que salir a mostrar que hace obras.
El efecto de la exentricidad del hombre de Saladillo fue que se generaron demoras y embotellamientos en distintos puntos de la traza de, por ejemplo, la Ruta 2.
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Ayer, viernes, desde las primeras horas de la tarde, el tránsito era intenso y fluído en la vía que conecta los principales destinos de la Costa Atlántica.
Sin embargo, luego del peaje de Samborombón, en el kilómetro 100, la cosa se complicó por la reducción de carril para realizar los trabajos de repavimentación que se llevan a cabo desde Dolores, con sentido a Capital Federal.
Para colmo de males, los encargados de informar este tipo de incidente brillaron por su ausencia. Los carteles electrónicos que dan aviso marcaban “tránsito normal”, mientras autos, camionetas y camiones se agolpaban con impaciencia.
Como es habitual, muchos automovilistas tomaron atajos al margen de la ley: algunos decidieron literalmente “bajarse” de la autovía y tomar la colectora por el pueblo de Samborombón para volver a “subir” kilómetros más adelante, una vez superado el embudo.
Otros, como es habitual, eligieron treparse a la banquina. Ninguna fuerza de seguridad y tampoco personal de AUBASA ordenaba el tránsito.
Una conducta totalmente inaceptable por parte de las autoridades de AUBASA que fueron noticia esta semana por el salvaje tarifazo de más de 50 por ciento que impusieron en todos los peajes que manejan.
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