El primer cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco al frente de la Iglesia Católica no logró reunir los consensos necesarios. La fumata negra se dejó ver en las chimeneas del Vaticano segundos después de las 4 de la tarde, hora Argentina.
El proceso de selección se inició esta mañana. Un total de 133 cardenales electores, menores de 80 años, se reunieron en la Capilla Sixtina para comenzar las votaciones que determinarán al 267.º pontífice de la Iglesia.
La jornada comenzó con la misa “Pro Eligendo Pontifice” en la Basílica de San Pedro, tras la cual los cardenales se trasladaron en procesión a la Capilla Sixtina. Allí, bajo estrictas normas de secreto y aislamiento, comenzará la primera votación, prevista para las 16.30 hora local de Roma (11.30 en Argentina). A partir de mañana se prevé que se realicen hasta cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde.
Se necesita una mayoría de dos tercios para que un candidato sea elegido, es decir, 89 votos. El resultado de cada ronda se comunicará al mundo mediante la tradicional “fumata”: humo negro si no hay acuerdo, y blanco cuando se elija al nuevo papa. Se espera que el proceso sea breve, posiblemente de dos a tres días, dada la necesidad de una guía clara para la Iglesia en tiempos de desafíos internos y externos.
Los favoritos al papado
Entre los principales candidatos se encuentra el cardenal italiano Pietro Parolin, de 70 años, actual Secretario de Estado del Vaticano y figura clave en la diplomacia de la Santa Sede. También destaca el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, de 67 años, Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, conocido por su enfoque pastoral y su cercanía al estilo de Francisco.
Otro nombre mencionado es el del cardenal alemán Reinhard Marx, de 71 años, arzobispo de Múnich y Frisinga, reconocido por su compromiso con las reformas dentro de la Iglesia y su enfoque progresista en temas sociales.
El proceso de votación
El cónclave se rige por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, que establece que los cardenales deben emitir su voto en secreto y sin influencias externas. Cada jornada puede incluir hasta cuatro votaciones: dos por la mañana y dos por la tarde. Después de cada sesión, las papeletas se queman en una estufa especial; si no hay consenso, el humo que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina es negro. Cuando se alcanza la mayoría requerida, el humo es blanco, anunciando al mundo la elección del nuevo papa.
El nuevo pontífice tendrá la tarea de guiar a la Iglesia católica en un momento de desafíos significativos, incluyendo la necesidad de reformas internas y la respuesta a crisis globales. La comunidad católica mundial espera con expectación la aparición de la fumata blanca que señalará el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia.

