Un martes más en el gobierno de Javier Milei, otro funcionario menos. Esta vez le tocó a Eduardo Serenellini, el periodista devenido en Secretario de Prensa de la Nación, quien anunció su renuncia con un lacónico mensaje en redes sociales, agradeciendo “la confianza” y asegurando que conserva “una gran amistad” con el presidente.
Lo de Serenellini no sorprende a nadie. Desde que asumió en diciembre de 2023, su gestión fue un desfile de despropósitos, aislamiento y gestos desubicados que terminaron hartando hasta al entorno más cercano de Milei.
Su nombramiento ya había generado ruido, dado su perfil mediático: un periodista de “La Nación Más” que, mientras defendía a Milei en cámara, soltaba frases inolvidables como que “comer una vez al día no debería dar vergüenza”. Una joya del marketing político que ahora se despide con más pena que gloria.
De estrella mediática a paria político
Serenellini llegó al cargo con la chapa de ser uno de los voceros oficiosos del libertarismo en los medios. Pero su tiempo en la Secretaría de Prensa estuvo marcado por una agenda que parecía más de un lobista que de un funcionario público. Mientras el país se desmorona con recortes y ajustes, Serenellini planeó un brindis fastuoso en el Palacio Libertad con 350 invitados, más digno de un casamiento lujoso que de un gobierno que pregona austeridad.
Ese brindis, que finalmente fue cancelado, terminó siendo el clavo final en el ataúd político de Serenellini. Pero no fue el único desatino: su ausencia en la cadena nacional de balance de gestión del presidente y su exclusión de los eventos más importantes del gabinete fueron señales claras de que ya nadie lo quería cerca.
Sus demandas de custodia permanente y su constante exposición en reuniones con empresarios y fuerzas de seguridad terminaron de sellar su destino.
Un gabinete que se desmorona
La salida de Serenellini es apenas la última en una larga lista de bajas en el gobierno de Milei. Antes que él se fueron Ignacio Yacobucci (UIF) y Rodolfo Barra (Procuraduría del Tesoro), y todo indica que no serán los últimos. La narrativa de “razones personales” que intenta instalarse cada vez que alguien abandona el barco libertario no alcanza para tapar lo evidente: este gobierno no tiene rumbo, y las internas políticas están dinamitando lo poco que queda de cohesión.
Mientras tanto, el cargo de Secretario de Prensa queda vacante y, en una maniobra que ya parece un cliché en esta administración, podría ser absorbido por otra dependencia en nombre de la “reducción del gasto público”. Traducido: otro agujero que nadie sabe cómo tapar.
De vuelta a los medios: ¿le queda algo de credibilidad?
Serenellini ya anunció que volverá a la actividad privada, seguramente para retomar su carrera como periodista y empresario en medios. La gran pregunta es: ¿le queda algún pedazo de credibilidad? Porque después de pasar un año en un gobierno que él mismo ayudó a encumbrar desde los medios, y salir por la puerta trasera, no parece que su vuelta vaya a estar exenta de cuestionamientos.
En definitiva, Eduardo Serenellini será recordado como otro ejemplo de cómo el experimento libertario de Javier Milei sigue acumulando bajas. Entre promesas incumplidas, discursos grandilocuentes y funcionarios que caen en desgracia, el gobierno del economista libertario se va pareciendo cada vez más a un reality show donde el desafío no es gobernar, sino ver quién logra sobrevivir más tiempo sin renunciar o ser desplazado.

