El intento de Mauricio Macri por reposicionar al PRO como fuerza central de la oposición chocó de frente con una realidad incómoda: mientras el expresidente habla de reconstrucción y liderazgo, el partido empieza a desgranarse. En una jugada que expone la fractura interna y anticipa una disputa más profunda, siete diputados nacionales alineados con Patricia Bullrich confirmaron que romperán con el bloque amarillo para integrarse a La Libertad Avanza.
El movimiento incluye a Damián Arabia, Sabrina Ajmechet, Laura Rodríguez Machado, Silvana Giudici, Patricia Vázquez y los electos María Luisa González Estevarena y Carlos Almenda. Algunos de ellos aún forman parte de la bancada que conduce Cristian Ritondo; otros asumirán directamente en filas libertarias el 10 de diciembre. Aunque venían colaborando con el oficialismo, el salto formal marca un punto de no retorno en la relación entre macristas y bullrichistas.
Desde el entorno de la ministra de Seguridad, que avaló la decisión, explicaron que la salida se adoptó “en línea con el contundente triunfo del domingo pasado”, y remarcaron que “la sociedad dictó quién lleva la posta del cambio”. La jugada busca “explicitar con hechos” un alineamiento que, admiten, hasta ahora permanecía en las sombras “para evitar roces”. Arabia, expulsado del PRO meses atrás, fue el principal impulsor del sinceramiento.
La molestia en el sector bullrichista viene de larga data y terminó estallando tras la expulsión de Arabia. Si bien la sanción fue justificada formalmente por inasistencias, puertas adentro se admite que la razón de fondo fue su vínculo creciente con los libertarios. “Fue un error estratégico haberlos echado del partido y ahora no puede contarlos para su negociación”, apuntó un dirigente cercano a Bullrich. Otro fue más directo: “Nosotros, como nos expulsó, nos vamos a ir”.
Además de la acusación de falta de contención, Bullrich y sus diputados remarcaron su disgusto con el rol de Macri y del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, en la campaña de la Ciudad. La ministra considera que “jugaron para atrás” y, en privado, calificó como una “maldad” el tuit del expresidente apoyando únicamente a Fernando De Andreis. Para el bullrichismo, esa señal selló una toma de distancia política que solo estaba esperando un desenlace institucional.
El desenlace llegó justo cuando Macri buscaba fortalecerse tras las elecciones y reabría canales de diálogo con Javier Milei. En los días previos a su encuentro con el Presidente, el exmandatario había sostenido que al gobierno libertario le “hace falta más músculo en la gestión y el diálogo” y reafirmó que el PRO tendrá candidato presidencial en 2027. “El PRO está más vivo que nunca”, declaró, intentando proyectar poder y cohesión.
Pero la fuga legislativa deja en evidencia otra escena: lejos de consolidarse como socio fuerte del Gobierno, el macrismo enfrenta un reacomodamiento que amenaza con vaciarlo. La primera ruptura formal marca el inicio de una puja por el liderazgo dentro del espacio opositor y abre un interrogante clave para el año político que comienza: ¿podrá Macri contener la sangría y sostener al PRO como fuerza competitiva, o el partido quedará relegado frente a un oficialismo que sigue ganando territorio a expensas de sus antiguos aliados?

