Si la idea es denostar, poco importa la verdad. Una frase fuera de contexto, un título rimbombante, un insulto de Milei (en este caso “imbécil”), una víctima de ese trato, Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, un micrófono (Neura, Fantino), y la réplica de centenares de medios, desde los más importantes, hasta esos que no conoce ni su propio editor responsable.
LA HISTORIA: MILEI Y LA MAQUINARIA MEDIÁTICA
El lunes , el presidente Javier Milei centró sus críticas en Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien al día de hoy cuenta con un alto nivel de aceptación y respaldo según las encuestas, y es el único dirigente que podría hacerle sombra. Durante la entrevista con Alejandro Fantino, Milei afirmó que Kicillof había quebrado un bar en Palermo antes de dedicarse a la política, una declaración que rápidamente se convirtió en titular de más de 500 medios nacionales, provinciales y locales.
La repercusión de estas declaraciones puso una vez más de manifiesto la clásica tendencia argentina: el periodismo alineado con los intereses del poder político y económico, que actúa como una maquinaria para socavar la imagen de figuras que representan una amenaza al gobierno. Sin realizar un mínimo chequeo, los principales medios replicaron la acusación de Milei como si fuera un hecho consumado, y sin preocuparse por darle contexto a la mencionada circunstancia.
EL ORIGEN DEL RUMOR
La afirmación de Milei no es nueva. Se remonta a un comentario realizado en 2020 por Guillermo Moreno, el exfuncionario durante un tiempo kirchnerista, enemistado luego con Kicillof.
Según Moreno, el gobernador le habría confesado que había quebrado un bar en 2001, el año marcado por una crisis económica que devastó a millones de negocios en el país.
Este comentario, que no fue corroborado ni documentado, fue retomado por algunos personajes menores en el ámbito mediático, pero nunca cobró relevancia hasta que Milei lo rescató para arremeter contra Kicillof.
Para tener más datos al respecto hay que remontarse a un artículo de 2013 del diario La Nación que explicaba que Kicillof era marxista (sic) y en donde su autor contaba:
“En 2001 emprendió un negocio con algunos amigos. Puso un bar llamado ‘Espero Infinito’ -el nombre hace referencia a un juego de rol llamado Dungeons & Dragons- que quedaba a pocas cuadras de su casa de Gorriti, entre Arévalo y Dorrego. El bar finalmente quebró“, nada más, no hay mayor referencia que esa. Ni siquiera La Nación buscó este artículo para “refrendar”, solo se limitó a un link a los dichos de Guillermo Moreno.
Lo llamativo es que ningún otro medio de los cientos que replicaron esta historia intentó verificar la información. Nadie investigó si realmente el bar quebró en el fatídico 2001 por impericia de Kicillof o cuáles habían sido las circunstancias, ni tampoco si el propio Kicillof admitió el hecho.
Por el contrario, se limitaron a difundir como propaladoras la acusación de Milei como parte de una narrativa destinada a desprestigiar al gobernador.
Una simple búsqueda en Google arroja cientos de resultados que replican la palabra “imbécil”, asociada a Axel Kicillof en base a los dichos del presidente Milei
UNA CAMPAÑA SISTEMÁTICA
Este episodio vuelve a poner en claro cómo los grandes medios se alinean con el oficialismo para atacar a figuras de la oposición con potencial de liderazgo.
Axel Kicillof, gracias a su gestión en la provincia de Buenos Aires, es visto como una amenaza directa al proyecto de Milei de perpetuar su hegemonía política. No es casualidad que, en lugar de destacar logros o discutir políticas públicas, el foco se desplace hacia una anécdota menor y dudosa.
Los encabezados de diarios como Clarín, La Nación titularon con la frase de Javier Milei sin cuestionarla, en un evidente intento de instalar en el imaginario colectivo la idea de que Kicillof es un “mal administrador” y no dudaron en pegar el término “Imbécil” al apellido del gobernador en los títulos. Medios más intrascendentes se limitaron a copiar y pegar.
Esta práctica además de atentar contra la ética periodística, que exige verificar las fuentes, también muestra la falta de independencia de los grandes medios (y los pequeños “falderos”), que priorizan sus intereses económicos y políticos por encima del deber informativo. Pueden odiar a Milei en lo personal, pero cualquier esbozo de que retorne el peronismo les produce urticaria. Y hoy Kicillof es esa picazón.
EL TRASFONDO POLÍTICO
El ataque contra Kicillof no es aislado. Desde que Milei asumió la presidencia, la provincia de Buenos Aires es blanco de medidas económicas que buscan debilitar su gestión. Entre ellas, la eliminación de transferencias federales esenciales, como el Fondo de Incentivo Docente y los subsidios para transporte y seguridad.
Pese a este contexto adverso, Kicillof continúa destacándose como una figura clave dentro del peronismo. Durante la reciente inauguración de obras penitenciarias en Melchor Romero, el gobernador subrayó la ausencia del gobierno nacional en áreas fundamentales como educación, salud y seguridad.
La maniobra mediática contra Kicillof, busca perjudicarlo, pero paradójicamente pone en evidencia el temor del oficialismo y sus aliados mediáticos a una figura que no solo resiste los embates, sino que sigue creciendo en apoyo popular.
La verdadera batalla no es por un bar posiblemente fundido en Palermo, sino por el control del futuro político de la nación.


