La escenografía no es del San Martín ni del Cervantes, mucho menos del Teatro Colón, pero alcanza con un estudio de TN, dos sillones y una cámara encendida. Entran en escena Mauricio Macri, el patrón de estancia del PRO, y Silvia Lospennato, su candidata estrella venida a menos. Todo transcurre con la calma de un programa “amigable”, hasta que el ex presidente, sin anestesia y con tono de vecino que se le escapa un chisme en la verdulería, suelta:
—“Silvia me llamó llorando el otro día. Me dijo ‘me quiero ir, la política no tiene sentido’.”
La frase cae como piano desde un tercer piso. Lospennato, que estaba al lado, lo mira con una mezcla de “te mato acá mismo” y “trágame tierra”. Trató de interrumpirlo con un diplomático “Bueno, dejá de contar eso…”, pero el daño ya estaba hecho y el show había arrancado.
Macri, como buen galán de sainete que mete la pata y después quiere arreglarla, remata:
—“Es humano, Silvia. A las dos horas ya estaba lista para volver a luchar, porque es una guerrera.”
El público imaginario, ese que mira TN mientras revuelve el tuco de los fideos, no sabe si reír, llorar o llamar a la terapeuta de ambos.
Acto II: “Santoro es un crack”
Cambio de escenografía: ahora están en la mesa de Juana Viale, ese limbo mediático donde se mezcla el catering con las internas del PRO. Lospennato vuelve a estar al lado de su jefe político, que insiste en una costumbre extraña: no perder oportunidad de ningunearla en público.
—“La verdad, con esta división, tiene más chances Santoro que nosotros,” dice Macri, como si estuviera hablando de la tabla de posiciones de la B Nacional y no de su propia campaña.
Silvia, estoica, traga saliva. Si se mira bien, se ve cómo aprieta los puños debajo de la mesa mientras la sonrisa se le transforma en mueca. Es como si el director técnico del equipo dijera en conferencia que el 9 ‘no moja’ hace meses y encima lo aplaude al delantero rival.
Acto III: “La candidata con olor a cloroformo”
Vuelta al estudio de TN. Macri redobla la apuesta. Ya no se conforma con contar que lloró, sino que insinúa que Lospennato quiso bajarse de la candidatura. Que ya ni ganas tenía. Que hasta Larreta le saca ventaja, aunque esté en modo ninja, escondido desde hace meses.
Silvia, sentada como una estatua de sal, vuelve a suplicar en voz baja: “Bueno, ya está, dejá de contar eso…”. Pero el expresidente, cual actor en modo monólogo final, sigue largo. Ella mira a cámara como diciendo “no me mires así que yo también me quiero ir”.
Epílogo: sainete o reality
La interna del PRO parece escrita por un guionista de Pol-ka después de entrarle a un par de fernet. Macri la expone, la consuela y la desmoraliza… todo en la misma frase. Lospennato resiste, llora, sonríe y se replantea su carrera política, todo en vivo y en horario central.
Así transcurre esta obra: entre pasos de comedia, silencios incómodos y frases que deberían quedar en el off, pero que Mauricio, generoso, regala en cámara.
Una tragicomedia moderna, con guiños a “Esperando la carroza”, pero sin la gracia involuntaria de Mamá Cora. Aunque si siguen así, no falta mucho para que aparezca gritando: “¡Yo hago política por ustedes!”
Y el telón por ahora, hasta el domingo 18, no baja.