Tras una intensa secuencia de negociaciones que se extendieron hasta el filo del plazo electoral, la Unión Cívica Radical (UCR) consiguió sellar la unidad partidaria y encabezar una nueva coalición que buscará posicionarse como alternativa de centro en la provincia de Buenos Aires.
Conformada por fuerzas políticas diversas que rechazan los extremos que representan el kirchnerismo bonaerense y La Libertad Avanza, esta sociedad se inscribirá para competir en las elecciones legislativas del 7 de septiembre. Hasta último momento se barajaron dos posibilidades para el nombre: “Unidos” o “Somos Buenos Aires”, finalmente se impuso la segunda.
Aún resta que se develen algunas incógnitas. Por ejemplo, la jugada de Maximiliano Abad, senador nacional y ex presidente del Comité Provincia. En las horas previas al cierre de alianzas, muchos correligionarios le atribuían la idea de dar “libertad de acción” a sus dirigentes, un plan que empalmaba con el deseo de Cristian Ritondo en pos de dejar afuera a la UCR pero no a sus radicales. Abad no se expidió sobre este nuevo acuerdo y no se descarta que lo resista.
El esquema se estructuró sobre dos pilares centrales: la territorialidad del radicalismo —que reúne a 27 intendentes en funciones en el interior bonaerense— y el respaldo de sectores filo peronistas que buscan diferenciarse tanto de Unión por la Patria como del armado libertario promovido por Karina Milei y Santiago Caputo. “Lejos de los dos populismos” es el axioma que imperó.
Entre los principales actores que integran esta nueva configuración se destacan el GEN (liderado por Margarita Stolbizer), la Coalición Cívica (de Elisa Carrió), el Partido Socialista bonaerense, Hacemos (de Florencio Randazzo), y figuras como Miguel Schiaretti desde Córdoba, Emilio Monzó, Joaquín de la Torre, Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Julio Zamora (Tigre). A esta lista se suma Facundo Manes, quien regresa al ruedo político tras haber abandonado el bloque radical con fuertes críticas internas.
Una de las claves del acuerdo fue garantizar que el frente se presentara con una única lista para evitar la dispersión del voto centrista. En ese sentido, el borrador del acta constitutiva incluyó una cláusula que permite el ingreso de nuevos actores “como integrantes plenos o como adherentes”, en clara alusión a algunos intendentes “amarillos” desencantados por el pacto PRO–LLA sellado por Cristian Ritondo y Diego Santilli.
El tablero electoral se organiza por secciones
La flamante alianza competirá en las ocho secciones electorales que dividen la provincia. Están en juego 23 bancas del Senado bonaerense, 46 en Diputados y cerca de 1.100 concejalías en los 135 municipios. Aunque las candidaturas aún no están cerradas, ya circulan algunos nombres con chances de encabezar las listas.
- Primera Sección (Norte del GBA): suenan Zamora, Zabaleta y De la Torre como posibles cabezas de lista.
- Tercera Sección (Sur del GBA): podría llevar a Fernando Gray, Nazarena Mesías (diputada provincial cercana a Manes) o incluso al economista Carlos Melconián, impulsado por el monzoísmo.
- Segunda Sección (norte provincial): queda a definir el rol del clan Passaglia (de San Nicolás), quien se alejó del acuerdo PRO–LLA.
- Cuarta y Quinta Sección (centro-oeste y costa bonaerense): allí el radicalismo pretende liderar las candidaturas, con figuras como Miguel Fernández entre los que podrían encabezar. También se habló de Miguel Lunghi pero en Tandil no le ponen demasiadas fichas.
- Séptima Sección (centro bonaerense): uno de los distritos más competitivos, donde se renuevan tres bancas en el Senado y el frente necesitaría alcanzar el 33% de los votos para ingresar.
- Octava Sección (La Plata): se analiza una posible candidatura del sector Evolución, que lidera Martín Lousteau.
Una avenida del medio que busca consolidarse
La coalición busca ofrecer una propuesta política institucional alejada de los extremos, y recuperar el protagonismo de sectores que —aunque divergentes en sus trayectorias— comparten la convicción de construir desde el diálogo. “Son muchos sellos y pocas chances de sacar votos”, admitió uno de los dirigentes que participó en las negociaciones, aunque reconoció que la clave estará en capitalizar la territorialidad y el descontento con los armados nacionales.
Hay que decir que la apuesta a construir por el centro y desde los territorios es una aventura interesante en un escenario que parece polarizarse y que muestra una porción del electorado que ni siquiera quiere ir a votar.
Con la firma estampada y la mesa compartida, ahora comienza una etapa más compleja: ordenar las listas, consensuar postulaciones y definir una estrategia común que permita al nuevo frente ser competitivo en un mapa electoral polarizado.