En la previa de su asunción, el presidente Javier Milei fue tajante al criticar el uso político de los medios públicos por parte de gestiones anteriores. Un reproche recurrente en ámbitos periodísticos que suelen replicarse sólo en administraciones peronistas, pero que desaparecen del ruido mediático, aunque esas prácticas sean evidentes, cuando administra la derecha. Con ese argumento, incluso, el actual presidente justificó su intención de privatizar la Televisión Pública.
Sin embargo, desde que asumió el gobierno la administración libertaria impuso un manejo del canal estatal que no registra antecedentes en la historia democrática argentina. Al menos así lo califican fuente vinculadas al canal oficial.
“LEALTAD” MILEÍSTA
Este viernes 17 de octubre, se cumplieron 80 años del Día de la Lealtad, una fecha fundacional del peronismo que marcó el inicio de un movimiento político de central importancia en la historia nacional. La efeméride, celebrada en múltiples puntos del país con actos masivos, fue completamente ignorada por la TV Pública.
Uno de los eventos centrales tuvo lugar en la histórica Quinta de San Vicente, donde descansan los restos del ex presidente Juan Domingo Perón. Allí, el gobernador bonaerense Axel Kicillof encabezó un acto junto a dirigentes, militantes y ciudadanos. No hubo móviles de la TVP, ni imágenes, ni menciones.
Tampoco tuvo cobertura el momento en que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, recibió una multitud en las inmediaciones del domicilio en el que cumple prisión domiciliaria. Desde allí, habló ante sus seguidores en un discurso con fuerte contenido político en el que analizó la situación actual del país y criticó el alineamiento de la administración de Javier Milei, con el Gobierno norteamericano…también fue omitido por el canal estatal.
Fingir demencia
La omisión no fue únicamente sobre la conmemoración del peronismo. El 17 de octubre también marca una fecha clave para la historia de los medios en el país: en 1951, Canal 7 —hoy Televisión Pública— realizó la primera transmisión oficial de la televisión nacional.
A pesar de que se trató de una jornada histórica que vincula directamente al medio con sus orígenes, asombró que tampoco hubiese cobertura o mención explícita y proporcional a la importancia de la efeméride en la pantalla. Tal vez será porque fue también el peronismo quien patentó aquel antecedente.
En cambio, lo que sí recibió cobertura destacada fue la aparición del presidente Milei en el partido bonaerense de Tres de Febrero, donde encabezó un acto de campaña con un pequeño, pero ruidoso, grupo de simpatizantes. Como ya es habitual, Milei habló a través de un megáfono (al estilo Sean Penn en el papel de la película “Milk”) durante algunos minutos.
Campaña con dinero público
Como en cada recorrida preelectoral del presidente Javier Milei, la TV Pública cubrió con despliegue la incursión del mandatario con equipos propios y con señal oficial de presidencia.
El contraste es evidente. Mientras se omiten eventos con alta relevancia histórica, institucional y social, se priorizan actividades del presidente con tono claramente proselitista.
Lejos de la neutralidad que prometía, la gestión actual consolida un uso partidario del canal estatal, esta vez bajo una lógica libertaria, desplazando voces e hitos que representan a amplios sectores de la sociedad.
Así, la Televisión Pública se transforma —por acción u omisión— en una herramienta más de la campaña oficialista, alejándose de su función de servicio público y pluralidad informativa, en una jornada que, paradójicamente, también marcaba el nacimiento de la TV nacional.
La gestión de la televisora oficial parece bajar, entonces, otras de las banderas oficialistas más emblemáticas: evitar la utilización del Estado al servicio de causas partidarias propias, y el evidente desapego por honrar cualquier criterio básico de noticiabilidad periodística, si no se alinea con la posición libertaria.
Si ese es el accionar del Gobierno en un ámbito que, por definición, torna evidente la fórmula aplicada para sacar ventaja de la gestión -básicamente porque el relato televisivo, con las prioridades y sus omisiones se transmite en vivo-, ¿cuál será la que aplica en otras reparticiones públicas donde las preferencias pueden ocultarse?