El dirigente social y de Patria Grande, Juan Grabois, quedó en una posición incómoda en su doble función de referente de los movimientos populares y parte del Gobierno Nacional, que se cansó de su queja permanente.
En los últimos días, Grabois desparramó sus críticas al gobierno de Alberto Fernández hacia los cuatro vientos y aprovechó el reclamo de Emilio Pérsico sobre la política de extender la Tarjeta Alimentar para subirse a la ola en nombre de los movimientos sociales.
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Mientras que la administración nacional admite la crítica de Pérsico, a quien sostienen como funcionario de segunda línea del Ministerio de Desarrollo, están cansados de los permanentes cuestionamientos del militante cercano al Papa Francisco.
“Hace rato que desde afuera y a pesar de tener representantes suyos en el Ministerio, siempre está en disconformidad”, apuntaron a INFOCIELO fuentes del Gobierno. “Muchos dicen que como no pueden intermediar más entre el Gobierno y la gente es como que quedaron a mitad de camino, sin un rol legítimo de representar”.
En medio de la situación compleja, y del constante bombardeo mediático a la alianza oficialista, las declaraciones de Grabois que le hacen el caldo gordo a los medios opositores, y lo dejan a contramano de una administración nacional más enfocada en minimizar la crisis sanitaria y resolver la crisis económica, que en debatir públicamente de ideología con “los propios”.
El Frente de Todos hace fuerza para mantener la unidad
La mayor tensión dentro del Frente de Todos viene por el lado económico. El éxito de Martín Guzmán en la renegociación de la deuda en ley extranjera con los acreedores lo puso en el lugar de ministro estrella, un podio que no suele ser para el Ministro de Economía, pero que alguna vez supo ostentar Roberto Lavagna post crisis de 2001.
El nuevo gran desafío es cerrar un nuevo acuerdo con el FMI para reestructurar la deuda tomada por Mauricio Macri y darle un importante alivio económico a la gestión. Para eso, Guzmán fue tajante: hay que reducir el déficit, la emisión, y evitar caer en la espiral inflacionaria. Desde esa óptica, las políticas de asistencialismo deben reducirse al mínimo y afinar su objetivo. Todo un desafío para un Gobierno que cree en un Estado paternalista y asistencialista.
El encontronazo con Basualdo, hombre del Instituto Patria, por las tarifas respondió a ese choque ideológico entre el Ministro, que insistía en “dejar de subsidiar a los ricos” al aumentar las tarifas eléctricas, y el kirchnerismo más puro que apunta al aumento cero en el bolsillo y poner la diferencia en los subsidios a las energéticas.
De fondo, el reclamo de los movimientos sociales por la extensión de las Tarjetas Alimentar sigue la misma lógica: El IFE, que Guzmán espera no aplicar y que Daniel Arroyo señaló que todavía no es momento, representaba una inversión del Estado de $90.000 millones en cada desembolso. Ampliar el cupo de las Tarjetas Alimentar, en cambio, insume “sólo” $20.000 millones.
El salario social y la expectativa de Grabois
Luego de las críticas, el dirigente planteó su alternativa, que impulsa hace más de un año: el salario social. “Creemos que esa es la salida, un salario social garantizado, equivalente a la canasta de alimentos. Es decir, a $7.900, que es la canasta de indigencia, pero reconociendo el trabajo de cada beneficiario y supervisando que efectivamente se cumpla”, dijo en el programa televisivo de Chiche Gelblung.
Grabois confía en su relación con Máximo Kirchner para encausar el proyecto. “El jugador clave en este momento es Máximo. Si Máximo toma el proyecto, de acá a un mes la idea es reemplazar la política del Gobierno y los planes por eso”, confían desde su entorno.
Omite groseramente dos cosas: la primera, que el ministerio de Desarrollo Social ya tiene un programa similar que es el Potenciar Trabajo, que cuenta con la aprobación de todo el arco oficialista.
“Esto es una política de emergencia por la pandemia, lo de ampliar la Tarjeta Alimentar. Mientras tanto, seguimos con el Potenciar Trabajo, que es la reconversión de planes sociales en trabajo. Pero bueno, obviamente todo son intereses, cada uno defiende su porción de poder”, manifestaron a este medio desde el Ministerio de Desarrollo Social.
La segunda, es que Máximo Kirchner tiene una alianza con Sergio Massa que funciona de maravilla, que le trajo grandes beneficios al Frente de Todos, y que ninguno de los dos dirigentes tiene intenciones de romper, mucho menos en un año electoral.
Tal es así que uno de los pilares de La Cámpora, como es Andrés Larroque, manifestó públicamente su opinión de que debería continuar el IFE pero no sólo evitó cuestionar las políticas que impulsa Daniel Arroyo, hombre de Sergio Massa, sino que habló en buenos términos del “debate abierto” que mantienen al respecto él, Pérsico, Arroyo, Tolosa Paz y demás actores de la coalición de Gobierno.
Mientras tanto, y ajeno completamente a esa discusión, Grabois pasea por los medios donde deja “polémicas declaraciones” que rebotan las redes pero no hacen eco puertas adentro del Frente de Todos y menos desde el Ministerio de Desarrollo Social, donde lo ven cada vez más lejano: como un intermediario que ya no intermedia.
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