En ese marco, alrededor de 20 personas de la tercera edad realizaron los cursos de Facilitadores comunitarios. Los cupos para dicha capacitación eran de 40 personas que cobrarían por este sistema de becas poco más de $ 50.
Sin embargo, el cupo sólo alcanzó a la mitad y por ello, el Municipio se comprometió a abonar el excedente de dinero entre quienes realizaron dicho curso, de esta manera cada uno de estos asistentes cobraría alrededor de $ 200.
Sorpresa fue para uno de los becarios que realizó dicho curso a quien llamaremos M.M para proteger su identidad, cuando el viernes pasado (13/08/2010) asistió al Banco Nación a cobrar ese dinero a través de un cheque librado por la Comuna con las firmas del Intendente Pablo Bruera y la Contadora, Alicia Tittarelli, y allí se le informó que el cheque no tenía fondos.
De acuerdo a la información a la cual tuvo acceso INFOCIELO, el cheque fue librado el 9 de agosto y señala la suma exacta de $ 220,30 depositados en la cuenta denominada “Programa para el cuidado de adultos mayores”.
La misma según el sello al dorso por el Banco Nación muestra un saldo de $ 5,40 y figura como ‘Sin fondo’.
Claro que la Comuna podría alegar que fue el gobierno Nacional quien no depositó los fondos pero en ese sentido el sistema financiero es más que claro: no se puede librar un cheque sin constatar primero que la cuenta tenga los fondos correspondientes.
Si bien esto no llegará al menos por ahora a la Justicia penal, ciertamente la concejal de la Coalición Cívica, Susana Sánchez, elevará una nota al Tribunal de Cuentas de la Provincia poniendo en conocimiento a dicho ente de la situación.
El Consejo Municipal de la 3 º edad, se encuentra conducido por la Lic. Alicia Aranguren y de acuerdo al testimonio de la damnificada a la hora de presentar las quejas ante esta situación poco menos irregular, le aseguraron que ‘ya lo vamos a arreglar’.
Lo cierto es que el Municipio muestra una vez más al igual que cuando se habló de gastos innecesarios en Brasil que se pudieron justificar ante el Tribunal de Cuentas, las desprolijidades abundan en el Palacio de calle 12.
V.A