El investigador del CONICET La Plata José O’Gorman encontó restos de un reptil marino cerca de la Base Marambio. Los fósiles del dinosaurio permiten echar luz sobre un proceso evolutivo desconocido hasta ahora y comprender la conexión entre otros géneros hallados en Chile, Nueva Zelanda y la Antártida occidental.
José O’Gorman tropezó en el 2018 con un bulto semienterrado cerca de la Base Marambio, principal nodo logístico argentino en la Antártida. Pocas semanas después esa protuberancia en la tierra se convertía en una de las más de ochenta vértebras de la columna de un elasmosáurido, un reptil marino que convivió en la última etapa de los dinosaurios, y al que se le calcula una antigüedad de poco más de 67 millones de años. El hallazgo se publicó el martes en la revista Journal of Systematic Palaeontology.
“Empezamos cavando por la línea del cuello, a contrarreloj y con mucha expectativa frente a la idea de llegar al cráneo, una parte que pocas veces se conserva”, relata O’Gorman, investigador en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y primer autor del trabajo. Enorme fue la sorpresa cuando al final del recorrido encontraron lo que esperaban, y ese hallazgo es una de las perlas del descubrimiento, pero no la única. “El estado de preservación general es excepcional, incluso del material craneano, aunque no está completo. Y se trata de restos articulados, lo cual tampoco es frecuente. Por si fuera poco, pudimos confirmar no solo que es una especie nueva, sino que tiene características particulares que nos permiten ubicarla como una forma de transición entre dos grupos que habitaron el hemisferio sur, echando luz al proceso evolutivo y la conexión entre otros géneros hallados en Chile, Nueva Zelanda y la Antártida occidental”, añade el experto.
El descubrimiento fue bautizado Marambionectes molinai en honor, por un lado, a la base Marambio y, por otro, a Omar José Molina (1937-2022), integrante del Museo de La Plata, primer técnico en la paleontología argentina en ir a trabajar a la Antártida en la década de 1970. Los restos colectados incluyen el tronco y parte de la cola, de las extremidades, del cuello y del cráneo, como así también unas piedras estomacales llamadas gastrolitos, posiblemente utilizadas para realizar la digestión mecánica de los alimentos.
Cómo era, qué comía y cuándo se extinguió
Cabe mencionar que los elasmosáuridos forman parte del grupo de los plesiosaurios, reptiles que se adaptaron secundariamente a la vida acuática. Vivieron durante el Mesozoico, que se extendió entre los 250 y 66 millones de años atrás, y se extinguieron junto con los dinosaurios. Históricamente se los ha considerado depredadores activos, consumidores de peces y otros organismos que nadan activamente, aunque en los últimos años fue tomando mayor peso la hipótesis de que un grupo, llamado aristonectinos, habrían desarrollado un modo de alimentación más similar a la filtración de agua –como hacen, por ejemplo, las ballenas barbadas–, que a la captura de presas individuales. “Si bien M. molinai no es un aristonectino, sus características indican que se trata de una especie cercanamente emparentada con ellos, y de ahí que su aparición nos permitirá conocer más sobre los diversos aspectos evolutivos entre estos animales extintos”, concluye el investigador.