El Lobo no pudo plasmar dentro de la cancha todo lo trabajado en la previa, y con un nivel que lejos estuvo de ser el esperado y también el mejor que puede dar, terminó siendo derrotado por su eterno rival en el cotizado cruce de Copa Sudamericana.
El once que Pedro Troglio dispuso dentro del terreno de juego pecó de ser demasiado defensivo, y se centró casi con exclusividad en evitarle los caminos de ataque a Estudiantes, en no dejarlo jugar, más que en fomentar sus propios circuitos de juego.
Con un planteo que apostó en demasía al cero en el arco propio y por momentos resultó algo mezquino, jugó todas sus fichas a un contraataque que nunca llegó, ya que en las pocas veces que logró recuperar la pelota de manera limpia nunca pudo tener superioridad numérica sobre su rival.
Al Lobo le faltó tener una convicción mayor en cuanto a sus propias capacidades, ya que recién se acordó de atacar luego de que su rival se pusiera en ventaja, cuando finalmente y ante la necesidad terminó quemando todas las naves.
Cuando se lo propuso, tarde, Gimnasia tuvo sus chances, y a pesar de que lo hizo con avances desordenados y apostando en exceso al pelotazo, no estuvo lejos de empatarlo a pesar de haber contado con menos ocasiones que el rival.
Un rival que demostró cierta vulnerabilidad en el fondo, y lo vio a un cabezazo de la clasificación sin haber hecho demasiado por ella. Surge entonces, de manera inmediata, una duda que nunca tendrá respuesta: ¿Qué hubiera pasado si el Lobo hubiera tenido un planteo más ambicioso?
Mirando ya hacia adelante queda decir que el elenco Tripero resignó mucho en el torneo local pensando en este partido, y ahora, ya fuera de lo que será la siguiente instancia copera, deberá reagruparse inmediatamente para no dejar escapar más puntos.
El sábado, en ese sentido, tendrá la oportunidad de dar vuelta la página justamente con un nuevo Clásico que le dé la revancha, aunque sabe que no será lo mismo y más que revancha será un premio consuelo, que no obstante está casi obligado a ganar.