River ya no pierde partidos: pierde autoridad. Lo que antes era excepción hoy es norma. Seis derrotas en siete, el Monumental en silencio y un equipo que ya no transmite ni miedo ni respeto. Los rivales, antes resignados, hoy se animan. Y los partidos ante riestra y Sarmiento fueron una muestra. Algo cambió, y no justamente para bien.
Y lo más fuerte no pasó en el campo, sino en el micrófono. Marcelo Gallardo, el hombre que construyó una era, habló como nunca: “El momento es jodido”. Ya no hay blindaje discursivo. Admitió desgaste, errores y entendió el enojo del hincha: “¿Cómo no voy a entender al hincha? Tenemos que devolverle la confianza”.
“He vivido muchas como estas… la adversidad no me va a hacer claudicar”, tiró también, con el gesto serio y el tono firme, casi más para adentro que para afuera.
Un equipo sin reacción
Lo que preocupa no es solo el resultado. Es la gestualidad. Faltan líderes, faltan gritos, faltan jugadores que se hagan cargo. Las derrotas ya no duelen: parecen rutina. El hincha lo percibe y eso genera el peor síntoma posible: resignación.
“No nací ganando siempre… pero no pienso rendirme ahora”, dijo Gallardo.
Gallardo ya dejó claro que no se va a bajar. Pero esta vez, no alcanza con resistir: hay que convencer otra vez.
“No nací ganando siempre… pero no pienso rendirme ahora”, agregó en otro pasaje de la conferencia, ratificando que no piensa bajarse del barco en plena tormenta.