atraviesa uno de los momentos más delicados de la era Gallardo. La derrota por 1-0 frente a Gimnasia no solo agravó la crisis futbolística, sino que marcó un récord histórico negativo: el equipo perdió cuatro partidos seguidos en el estadio Monumental, algo que nunca había ocurrido desde su inauguración.
El ciclo de tropiezos comenzó con la eliminación ante Palmeiras por la Copa Libertadores, siguió con las caídas ante Deportivo Riestra y Sarmiento, y se completó con el golpe ante el Lobo. El dato es contundente: River no logra hacer valer su localía y acumula una seguidilla que preocupa tanto por lo futbolístico como por lo anímico.
En el Monumental, los hinchas hicieron sentir su descontento. Los silbidos y cánticos marcaron el final de un partido que dejó una sensación de ruptura interna. Según trascendió, parte del plantel habría mantenido charlas tensas en el vestuario, y el cuerpo técnico busca una reacción urgente antes del Superclásico frente a Boca.
Más allá del orgullo, el momento también tiene impacto deportivo: el “Millonario” se aleja de los puestos de clasificación directa a la Copa Libertadores 2026, y su continuidad en los torneos internacionales podría depender de cómo termine este tramo del campeonato.
A una semana del duelo ante Boca, Gallardo enfrenta quizás el desafío más complejo desde su regreso al club. River necesita reencontrarse con su identidad, recuperar confianza y cortar una racha que amenaza con dejar huella. El Superclásico, esta vez, puede definir mucho más que tres puntos.

