Si hay algo que los grandes medios corporativos de comunicación perfeccionaron con los años es el timing. Un arte que pocos manejan, pero que, cuando se ejecuta con precisión quirúrgica, deja huella. Y La Nación, ese faro del periodismo serio y comprometido, acaba de darnos una clase magistral.
En un momento en el que Javier Milei enfrenta su peor crisis —una que lo tiene en la mira no solo de la política local, sino de los medios internacionales—, el diario centenario decidió adelantar lo inevitable (¿o simplemente lo deseado?) y lo bautizó con un nuevo título en su portada: “El expresidente fue denunciado por estafa“.
¿Un simple error? ¿Un fallido freudiano? ¿O una exclusiva sin precedentes, producto de información privilegiada?
Porque si lo dice La Nación, la catedral de la institucionalidad argentina, habrá que creerles, ¿no? Lamentablemente, parece que fue solo una desprolijidad que corrigieron rápidamente. Pero el problema es que internet no olvida, y mucho menos las capturas de pantalla.
Así que, en el instante en que medio planeta está hablando del escándalo de la criptomoneda $LIBRA, donde Milei promocionó con entusiasmo lo que terminó siendo una monumental estafa, La Nación tuvo la gentileza de brindarnos un momento de genuino entretenimiento.
Porque, si bien el libertario aún no dejó la Casa Rosada (al menos no oficialmente), el título “expresidente” abre la puerta a todo tipo de interpretaciones. ¿Un suave látigo? ¿Una premonición? ¿Un dulce pálpito? ¿Un deseo reprimido? ¿Un accidente editorial?
La ironía del asunto es que este papelón tipográfico llega justo cuando la idoneidad, la ética y hasta la legalidad de Milei están siendo discutidas con una seriedad que ni sus peinados despeinados logran opacar. Estafa, negociaciones incompatibles con la función pública, asociación ilícita… Los cargos que podrían caerle encima parecen sacados de una serie de Netflix. Solo falta que lo interprete su tocayo Javier Bardem y listo.
Mientras tanto, en redes sociales la gente no perdona. “La Nación ya lo jubila, ¿hay que llamar a Karina para confirmar?”, bromean algunos. “¿Les llegó el decreto de renuncia antes que a nosotros?”, se preguntan otros. Y es que, por más que hayan corregido la nota, el daño (o el presagio) ya está hecho.
Quién sabe, quizás en un futuro no muy lejano este titular deje de ser un error para convertirse en una verdad. Y ahí, querido lector, alguien en La Nación podrá decir con orgullo: “Nosotros lo dijimos primero”.