“Un club barrio“, así definía a América un notero de calle (que hoy trabaja en otra ‘nueve señal’ cuyo dueño es un famoso sindicalista ‘encargado’), a su ex patronal, desde épocas de Eurnekian, luego Ávila, y ahora Vila, Manzano y Belocopitt.
La frase probablemente no haga justicia a las señales del Grupo…Los clubes de barrio suelen ser instituciones más útiles, serias y organizadas.
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Jorge Rial y Luis Ventura, en aquellas épocas eran los estandartes visibles, comandados por la actual exonerada Liliana Parodia.
Pasaban por sus tertulias artistas, algunos sólo por temor a negarse y ser destrozados, freaks en busca de fama, algunos personajes por negocios, otros pergeñando extorsiones, pero la pantalla fría que añoraba calentarse siempre estaba disponible al escándalo.
¡Qué poco cambiaron los tiempos!.
La cloaca sigue sin ningún atmosférico cerca, y cada tanto se destapa y opera a cielo abierto su podredumbre en política, espectáculos, farándula y economía.
Ahora la “onda” parece ser vengarse de los “ex”. Apelar a la ‘TV vintage’ y reflotar viejas figuras, algunas olvidadas y oxidadas, para cautivar a una audiencia que crece en edad y (por suerte) no se reproduce en las nuevas generaciones.
DISPUTAS POCHOCLERAS
Los escándalos, cada vez más devaluados, alcanzan a quienes supieron ser primeros referentes del Grupo, que quiso ser un imperio y se convirtió en apenas los pasillos de la villa, a la que tanto siempre les gustó mostrarle a la clase media para que se haga cruces con el modo de vida de los más pobres.
Hoy son ellos los que protagonizan las encarnizadas luchas por los jirones que le quedan de aquellos sueños de ser la Gran señal de TV que nunca fue.
“Un Club de barrio”. Con perdón de los clubes de barrio. Manejado como tal por sus gerentes, quienes utilizan (como todos) la pantalla de herramienta para sus demás intereses que van más allá del impulso a informar, formar o entretener. En donde lo único que interesa es hacer negocio, y si eso da rating, mejor porque se alinean los planetas, pero sino, no importa.
Lo trascendente es tener ganancias, contactos, y estar cerca del poder de turno, no siempre el poder político solamente.
Hoy son Rial y Ventura: el ex antes más mimado, y un súbdito actual, los que se encaraman en una lucha que no mide golpes bajos, descalificaciones, acusaciones y utilización de una joven vulnerable, que creció y se hizo mujer y madre en medio de ese ambiente.
Luis Ventura, el punta de lanza en la guerra del Grupo América contra sus ex figuras. Ahora es su ex amigo Jorge Rial
“No quiero más contacto con esa mierda de persona“, trajeron al aire palabras del ‘ex capo’, ahora en C5N en referencia al panelista, conductor suplente, y comodín dócil de los dueños.
“Esa mierda de persona que salvó a tu hija de un suicidio, con las venas cortadas, cuando el papá no atendía el teléfono“, graficó explícitamente Ventura, colocándose a sí mismo en un doble rol: de héroe y de víctima de calumnias.
“Porque nos olvidamos del cuchillazo allá en el polo. De cuando abriste un programa diciendo que le ibas a meter un balazo a Fort (Ricardo) en la cabeza“, continuó quien hoy encabeza la “Armada” del Grupo.
“No hablemos de lo que hiciste con algunas compañeras de trabajo. Y si me pasa algo sepan que esto tiene que ver, eh, ojo“, gritó “Luis” amenazante, como si hablara de un capo mafia.
LA GUERRA TAMBIÉN ES INTERNA
La debacle es al aire y en vivo. Los trapitos al sol, ventilados por cada uno en su rol de yarará, pitón, boa constrictor, cobra, culebra o cascabel. Puede ser Karina o el ángel de la soleLAM.
Todos peleados entre sí.
Una competencia interna sórdida y desleal.
Un descontrol total siempre a punto de estallar, y la muestra más acabada de las miserias humanas, en prime time u horarios marginales…da igual.
El ensañamiento con Jey Mammón, inocente legal y “culpable moral”, instigado como venganza por su pronta partida de América, va en línea con la misma búsqueda de destrucción de Rial, diablo de sus devociones históricas, y ahora objeto descartarle al que le pagan con la misma moneda que él utilizó en sus tiempos de valuarte del Imperio decadente.
La venganza, ese plato que fríamente están degustando para solaz del público voraz del chisme y la vergüenza, que más temprano que tarde se les transformará en un bombón de estricnina de Yiya Murano.
El final está cerca. Todo vuelve. Y el ruido de la caída será estruendoso.
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