Un interesante debate capturó la atención de algunos usuarios en la red social “X”. Se trata de una típica costumbre argentina que parece estar desapareciendo en las nuevas generaciones: ¿Es necesario y educado bajarse del auto cuando el playero de una estación de servicio está cargando nafta? Este gesto, que solía ser común entre los hombres durante décadas, está siendo reconsiderado por las nuevas generaciones, y muchas opiniones emergen enfrentadas al respecto.
Histórica y mayormente los hombres, solían bajarse del auto cuando se detenían en una estación de servicio para cargar combustible. Este acto era visto como un gesto de respeto y empatía hacia el ‘playero’, es decir el trabajador encargado de despacharlo.
LLAVE DEL TANQUE POR LA VENTANILLA
La acción de bajarse del vehículo simbolizaba el reconocimiento del trabajo del empleado y evitaba la percepción de superioridad o hasta cierto desprecio que parecía emanar de quien únicamente entregaba la llave del tanque desde la ventanilla. Quien sabe por que razón las mujeres, no sentían esa misma “culpa” cuando lo hacían , y el gesto en ellas era aceptado y comprendido culturalmente.
Sin embargo, en los últimos años, especialmente entre los hombres más jóvenes, esta costumbre ha comenzado a cambiar. Muchos “sub 40” consideran innecesario bajarse del vehículo, argumentando que no solo es una acción inútil, sino que puede ser vista como una intromisión en el trabajo del playero e incluso como un símbolo de desconfianza.
Esta postura generó el intenso debate en las redes sociales, donde se confrontan dos visiones generacionales sobre igual situación.
Por un lado, están quienes defienden la práctica tradicional. Estos usuarios argumentan que bajarse del auto es una muestra de buena educación y respeto hacia el trabajador.
Para ellos, este gesto no solo honra una costumbre arraigada a la que describen como “tener códigos”, sino que también fomenta la empatía y la cortesía en un contexto donde las interacciones humanas tienden a volverse cada vez más impersonales.
Además, señalan que el acto de bajarse del vehículo no toma mucho tiempo y no debería ser visto como un inconveniente significativo para los demás conductores que esperan en la fila.
En contraste, los detractores de esta práctica argumentan que bajarse del auto es innecesario y contraproducente. Sostienen que el playero tiene todo bajo control y que la presencia del conductor fuera del vehículo puede ser una distracción o una molestia.
Además, muchos consideran que quedarse dentro del auto es más eficiente, permitiendo un proceso de carga de combustible más rápido y fluido, beneficiando así a todos los conductores que esperan su turno.
Para este grupo, la modernidad y la practicidad deberían primar sobre las antiguas normas de “valores” que consideran obsoletos.
UN DEBATE Y CHOQUE GENERACIONAL
El dilema vuelve a mostrar que las costumbres y los “códigos” sociales van evolucionando con el tiempo.
Lo que antes se veía como uns virtud o un acto de respeto y cortesía, hoy se percibe como un anacronismo innecesario.
Este dilema refleja un cambio de época, donde las nuevas generaciones reevalúan las tradiciones y adaptan las normas de comportamiento a sus propias realidades y contextos.
Por lo tanto, el debate de bajarse o no del vehículo al cargar nafta en nuestro país representa más que una simple cuestión de tradición. Es una ventana para relojear cómo las costumbres cambian y cómo las nuevas generaciones reinterpretan y redefinen lo que significa ser respetuoso y educado en la sociedad actual.
¿Existirá un equilibrio que respete tanto la eficiencia como la sensación de cortesía, y de no autopercibirse como superior o “creído” por quedarse dentro del auto, para adaptarse a los tiempos sin perder de vista el valor del respeto mutuo?