Si bien no todos adoptan la misma denominación, que además fue modificándose por cuestión de moda a lo largo de los años, los peluqueros y peluqueras, los barberos y las barberas, las y los estilistas o coiffeurs, hoy celebran su jornada de reconocimiento a ese oficio tan requerido a lo largo de la historia.
El 25 de agosto se rinde homenaje a una de las profesiones que contribuye al cuidado y la mejora de la apariencia personal.
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Los artífices de las tendencias de belleza, que aplican técnicas novedosas y tradicionales de afeitado, cortes de cabello y peinados, teniendo en cuenta los gustos y preferencias de sus clientes serán felicitados y celebrados en la mayoría de los países del mundo, pero en Argentina tendrán su especial efeméride ligada por siempre a la ciudad bonaerense de Pergamino.
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ASÍ NACIÓ EN FRANCIA Y EN PERGAMINO
Esta fecha se originó en el siglo XIII. La profesión de peluquero era ejercida únicamente por plebeyos de sexo masculino.
En la Edad Contemporánea, ya en condiciones de igualdad legal, el término “plebe” pasó a ser sinónimo de “clase baja”, “masas” o “vulgo”, mientras que el término “plebeyo” se utiliza como antónimo de “noble”.
Su labor principal consistía en el mantenimiento y cuidado del cabello de las pelucas utilizadas por la nobleza.
Se eligió el día 25 de agosto para la celebración de esta efeméride, debido a la Santificación de Luis IX, Rey de Francia por parte de la Iglesia Católica. Fue canonizado y nombrado santo por el papa Bonifacio VIII en 1297.
Durante su reinado, jerarquizó la profesión, declarando a su peluquero oficial como un hombre libre, equiparándolo con caballeros, jueces, médicos y magistrados, autorizándole el uso de un espadín como parte de su atuendo, considerado un símbolo de tal distinción.
En Argentina, se agregó una razón por la cual celebrar: el peluquero y director de teatro, Domingo Guillén, organizó en 1877 el festejo en el Teatro Coliseo al que asistieron una gran cantidad de profesionales.
Dicho evento incentivó a que se creara la Sociedad de Barberos y Peluqueros, más precisamente desde la ciudad bonaerense de Pergamino.
En ese sentido, el tiempo llevó a que en 1940 se designara de forma oficial al 25 de agosto como el Día del Peluquero durante el Congreso Nacional de Peluqueros, que fue convocado por la ex Federación Argentina.
EVOLUCIÓN DE LA PROFESIÓN
Las peluquerías, salones de belleza y barberías evolucionaron notablemente en los últimos años. Anteriormente se ofrecía únicamente servicios de corte, afeitado (hombres), secado de cabello, manicura y pedicura, mediante la atención en establecimientos para el público masculino y femenino.
Actualmente se ofrecen servicios unisex especializados, que hacen un culto de la estética y del cuidado personal como: Maquillaje profesional, depilación (cera caliente, cera fría, laser), venta de productos de belleza, masajes, tratamientos para el cabello y cuidado corporal y bronceado.
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En la Edad Media todavía no estaban de moda las mechas ni la permanente, así que los barberos tenían que ofrecer los servicios más variados para ganarse el sueldo. En aquella época, no sólo arreglaban las barbas de sus clientes, sino que también realizaban operaciones menores de cirugía, como extraer dientes, o sangrías con sanguijuelas.
Estos personajes iban de un pueblo a otro con su caravana a cuestas, y sus clientes sabían donde encontrarlos por el poste que colocaban junto a su improvisado salón de belleza/consultorio médico.
En ese palo era el lugar donde el barbero colocaba las vendas que usaba para que se secaran, y de paso servía como señal de publicidad.
El poste representaría al palo que apretaban los pacientes para que las venas de su brazo se marcaran y poder realizar la extracción, mientras que el color rojo simboliza la sangre y el blanco las vendas que el barbero usaba para detener la hemorragia.
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