—Papá, ¿me dibujás una bicicleta?—Ya te la dibujo…Así comienza el video que, con una claridad envidiable, explica el mecanismo de la bicicleta financiera. Lo que parece ser un simple pedido infantil se convierte en una lección de economía que expone la fragilidad del modelo financiero argentino. La respuesta final del padre es contundente: en lugar de una bicicleta, le entrega a su hija un triángulo y le dice que es una bicicleta. Pero no lo es. Es un esquema Ponzi.
La metáfora no podría ser más precisa. En nuestro país, la bicicleta financiera es una constante desde la década del ‘70, pero hay dos momentos de esplendor recientes: el 2018, bajo la gestión de Mauricio Macri y su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y el presente, con Javier Milei en la presidencia y el mismo Caputo al mando de la economía. La historia se repite con los mismos actores y con idénticos resultados previsibles. Sí, como si estuviéramos hechizados en un “loop” al estilo “Día de la marmota“.
Cómo funciona ‘la bicicleta financiera’
El mecanismo es simple:
1. Un inversor tiene dólares.
2. Los vende y compra pesos.
3. Con esos pesos compra títulos del Estado, que pagan un interés alto en un corto plazo.
4. El gobierno garantiza la estabilidad del dólar mientras los títulos generan intereses.
5. Al finalizar el plazo, el inversor retira su ganancia y recompra dólares, obteniendo más de los que tenía inicialmente.
En otras palabras, el Estado les asegura a los inversores ganancias en dólares sin riesgo, mientras que el país no recibe inversión productiva ni desarrollo económico.
En el video, el padre pone un ejemplo concreto: el Estado argentino hoy ofrece una tasa en dólares del 41%, mientras que en EE.UU. es del 4,5% y en Europa apenas del 3%. No es normal. Es una invitación a los especuladores para hacer su “temporada” a costa del país.
La misma historia con los mismos protagonistas
En 2018, Caputo implementó este esquema con las famosas Lebacs, títulos de deuda a corto plazo que ofrecían intereses astronómicos. Los grandes jugadores financieros entraban con dólares, obtenían ganancias en pesos, recompraban dólares y se iban. El sistema se sostenía mientras la confianza no se rompiera. Pero en marzo de ese año, la confianza cayó. Los “ciclistas” intentaron salir todos al mismo tiempo y el castillo de naipes colapsó.
Para evitar el desastre inmediato, el propio Caputo cerró un acuerdo con el FMI por 57 mil millones “verdes” (terminaron entrando 44.000 millones de dólares), el préstamo más grande de la historia del organismo. Pero el daño ya estaba hecho. Un año después, Macri perdió la reelección en primera vuelta.
El 2025 es un espejo del 2018
Con Javier Milei, el plan es calcado. Ahora las Lebacs se llaman Lecaps, pero la lógica es la misma. La estabilidad cambiaria no se sostiene con dólares genuinos de inversión o exportaciones, sino con los propios dólares de los argentinos, que los sacaron del colchón gracias al blanqueo sin costo que implementó el gobierno. Ese blanqueo permitió que ingresaran dólares al circuito financiero, pero no generó riqueza ni desarrollo.

Más tarde o más temprano, la confianza volverá a romperse. Los especuladores poderosos sabrán cuándo bajarse de la bicicleta, recomprarán sus dólares y huirán, dejando a la Argentina con la misma deuda de siempre. Como en 2018, el país quedará endeudado, el gobierno se debilitará y el colapso será inevitable. Los neófitos perderán esa diferencia por no tener “data clasificada”, y la gran mayoría, como siempre, la mirará pasar desde afuera con la “ñata contra el vidrio”, sólo sufriendo las consecuencias.
La gran enseñanza del video no está solo en la claridad con la que explica el mecanismo financiero, sino en la reveladora metáfora final. Lo que se vende como una bicicleta no es tal. Es un triángulo, un esquema Ponzi. En algún momento, todos querrán retirar su dinero al mismo tiempo. Y, como siempre, además de los trabajadores y los más pobres (sin comerla ni beberla), los que perderán serán los que se quedaron hasta el final.

