La tapa de un diario no es solo una selección de noticias: es también una declaración de principios, una mirada del mundo, una forma de orientar al lector sobre “qué” pasa y “cómo” debe interpretarlo.
Este martes 15 de abril, La Plata amaneció con dos titulares de medios impresos en papel que parecen hablar de dos países distintos. Ambos medios supieron protagonizar una verdadera “guerra informativa” en los años 90.
Mientras el diario Hoy grita en letras negras “Caos e inflación”, con imágenes de góndolas y dólares que sugieren un descontrol económico, El Día, con su tradicional sobriedad, optó por “Euforia en los mercados”, celebrando el levantamiento del cepo cambiario como un hito en la liberación de las fuerzas del libre mercado.
La comparación no surgió de casualidad ni fue obra únicamente de lectores atentos: fue MyC Consultora, una consultora de monitoreo de medios platense, la que encendió la chispa al publicar en sus redes sociales ambas tapas lado a lado, resaltando el contraste casi caricaturesco entre una visión de caos y otra de euforia.
Su publicación puso en evidencia cómo una misma realidad puede ser narrada desde prismas tan opuestos, y reabrió la controversia sobre el rol que juegan los medios en la formación de opinión pública, especialmente en momentos de alta sensibilidad económica.
2 DIARIOS, 2 RELATOS
Ambas portadas hablan del mismo hecho: el fin de las restricciones cambiarias en el país de Milei. Sin embargo, el tratamiento mediático no podría ser más opuesto. Y es ahí donde se instala la pregunta: ¿de qué se trata, realmente, informarse?
El Día es un viejo conocido. Fiel a su línea editorial de décadas, elige ver en esta medida un triunfo de la racionalidad económica, una buena noticia para los inversores, y un paso necesario hacia la estabilización.
No sorprende: el diario fue y es históricamente afín a posturas económicas liberales, apoyando tanto las reformas estructurales de los noventa como las decisiones del macrismo y ahora, sin disimulo, al gobierno de Javier Milei. Su visión del país parte de una premisa clara: cuanto más desregulado el mercado, más saludable la economía.
Por otro lado, Hoy, un medio que ha oscilado ideológicamente a lo largo del tiempo y fue vocero de posturas muy disímiles, hoy se planta en la vereda opuesta. Con una tapa alarmista, interpela directamente al bolsillo del lector: habla de colapsos en los homebankings, de bancos que se niegan a vender dólares en efectivo, y del miedo que genera una inflación que sigue sin ceder.
Su tono es combativo, casi apocalíptico. Aunque no siempre fue así, en la coyuntura actual, Hoy parece haber asumido una posición crítica frente al oficialismo.
CUANDO LA TAPA ES OPINIÓN
Esta dualidad además de permitir observar las posiciones políticas de cada medio, pone de manifiesto un fenómeno más profundo: en Argentina, la información continúa atravesada por la grieta. No alcanza con enterarse de un hecho; hay que saber desde qué lugar se lo cuenta.
En este caso, el levantamiento del cepo puede ser interpretado como una medida de valentía necesaria o como una puerta al descontrol económico. Y ambos relatos, con sus matices, coexisten y compiten.
Informarse, entonces, implica algo más que leer titulares. Requiere comprender las intenciones detrás de cada línea, detectar las omisiones, sospechar de los énfasis. Implica también contrastar fuentes, leer entre líneas, y sobre todo, asumir que la objetividad absoluta es una entelequia. Pero no por eso se debe renunciar al ejercicio crítico: al contrario, hay que profundizarlo.
Esta confrontación de miradas devuelve una escena ya conocida: una medida económica que impacta directamente en el día a día de los argentinos, interpretada desde trincheras enfrentadas.
Algunos celebran el fin del cepo como “la vuelta a la normalidad”. Otros temen por el acceso al dinero, los precios y el salario.
El rol de los medios, en este contexto, no es menor: lejos de ser meros narradores, son protagonistas que moldean la percepción pública.
En definitiva, informarse a “El Día de Hoy” no es solamente consumir noticias. Es navegar entre versiones, descubrir intenciones y, sobre todo, construir una mirada propia.

