Texto y entrevistas: Eduardo Aller / Fotos y videos: Daniel Olivero.
Además de las mansiones de Cariló y del Norte, hay otro Pinamar. Es la cara más dolorosa de un destino asociado simbólicamente al lujo, a la ostentación y al derroche. Un Pinamar de asentamientos, de calles oscuras, de basurales, de planes sociales, de comedores y merenderos populares, y de truque de ropa por comida.
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Si bien en todas las localidades del partido –menos en Cariló, obvio- hay partes que se alejan bastante del imagen más difundida de este paraje, según el recorrido del equipo INFOCIELO, es en Ostende donde se observan las situaciones más apremiantes.
“La gente de Ostende está olvidada”, dice Natalia Isas, militante de la CTEP y del Movimiento Evita en la ciudad. Estas organizaciones manejan dos merenderos con 50 cupos diarios cada uno. También tiene una huerta y otros emprendimientos con destino de cooperativa
Según la militante consultada, “la demanda se duplicó durante el último año” porque “ahora van también los padres de los chicos”. Como complemento, abren un comedor los sábados y asisten a 80 familias todos los meses con productos de la canasta básica.
Desde el Evita también cuentan como un triunfo cuando “hace quince días” pudieron “frenar las topadoras” que había “mandado el intendente” para barrer varias casillas. Los moradores fueron salvados porque habían sido censados en el marco de Ley Nacional de Barrios Populares y estaban protegidos por esa normativa.
Esas viviendas precarias están la zona de Ostende donde fueron reubicados quienes vivían en la antigua Villa La Palangana, nombre que recibió porque las jefas de hogar usaban en mucha cantidad ese accesorio para lavar la ropa. Cuando salía el sol después de varios días de lluvia, se veían varias por casa.
Hace dos años, llegaron unas 14 casa prefabricadas y la villa fue desarmada. El inicio de las gestiones se remonta al último gobierno de Cristina Kirchner pero llegaron con Cambiemos en el poder. El jefe comunal Martín Yeza prefirió no aparecer en todo el proceso para no chocar con su electorado.
“Nosotros, con todo gusto, nos pusimos al cabeza del proceso de adjudicación y aprobación en el Concejo Deliberante”, explicó a este portal Gregorio Estanga, edil de Unidad Ciudadana y uno de los posibles precandidatos para evitar la reelección de Yeza.
Adriana Meneguetti, del Evita, es otra de las que se anota. La agrupación que se referencia con Emilio Pérsico a nivel nacional también consiguió cerca de 40 salarios sociales. No llegan a los 10 mil pesos cada uno pero son una ayuda sustancial para los que no tienen nada.
La situación de los beneficiarios se modificó radicalmente pero los problemas siguen. “Acá no tenemos iluminación”, se quejó Claudia en diálogo con este medio. “A las siete y media tenemos que estar todos adentro”, aclara. No obstante, con un techo, las inundaciones no son su mayor temor. Pero otros grupos familiares todavía lo sufren.
A dos cuadras, frente a la Escuela Secundaria Nª 2, una plaza de reciente inauguración –y estilo porteño- tiene toda las luces led y todo el concreto que falta a su alrededor. Una postal de época.
La falta de luminarias, así como la mala calidad del agua y la falta de gas son complicaciones que afectan a barrios más urbanos. En uno de ellos vive Catalina, una jubilada viuda a la que cada vez le cuesta más “llegar a fin de mes”.
En Pinamar también llegó el intercambio como forma de supervivencia. Las transacciones se arreglan on line. Dos o tres páginas de Facebook creadas para eso son las que agrupan la mayoría de las negociaciones. “Te lo cambio por mercadería Pinamar” y “Pinacambio” son las principales.
Ostende fue el primer balneario de la zona. Fueron los pioneros belgas Fernando Robette y Agustín Poli quienes llegaron en 1908 con la idea de hacer una ciudad gemela a la homónima de su país natal. Sólo llegaron a construir un muelle, una rambla y un hotel, ya que la Primera Guerra Mundial y la imposibilidad de fijar la duna viva los hicieron desistir. Un siglo después, Ostende vive un segundo abandono.
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