El gobierno nacional —junto a sus medios afines— está promoviendo una mecánica inédita para las próximas elecciones legislativas del 26 de octubre: sumar los votos de La Libertad Avanza en todas las provincias donde presenta boleta, mientras que al peronismo solo lo contabiliza bajo el nombre de Fuerza Patria en las cerca de 14 provincias que utiliza ese sello.
El mapa de la jugada
Y, como explicita la periodista pro-oficialista Débora Plager, esto se impone al tradicional sistema de recuento “distrito por distrito”.
Según Plager, “otra cosa que sí va a ocurrir el domingo a la noche … es la batalla por la comunicación. Por cómo se lean los números, por cómo se comunique el resultado”.
Ella añade: “Por supuesto que cada medio … podrá informar los resultados de la manera que quiera, pero el punto es que la Cámara Nacional Electoral … presenta el pedido del peronismo … para que no se puedan contar los votos a nivel nacional, es decir, que no se dé el resultado a nivel nacional, sino distrito por distrito”.
Este planteo es el corazón de la maniobra: disfrazar la forma de conteo para moldear el relato de triunfo del oficialismo y debilitar la percepción de competencia del peronismo.
¿Por qué suena ridículo?
Porque las elecciones legislativas en Argentina siempre se leen por distrito/provincia: cada provincia elige sus diputados nacionales y senadores; no es una elección nacional de primera vuelta con agregado país. El sistema que ahora impulsa el oficialismo no tiene precedentes.
Porque al sumar votos de La Libertad Avanza en 24 distritos y al peronismo solo en 14 donde va con “Fuerza Patria”, se introduce un sesgo estructural: la comparación ya parte con ventaja para el sello oficialista.
Porque la propia Plager lo admite: “Entonces lo que dicen desde el peronismo es, ‘No pongan el resultado nacional, porque es probable que La Libertad Avanza quede por encima del peronismo en el recuento nacional, pero eso no corresponde porque tenemos que leer la elección… distrito por distrito’.”… Y sin embargo, los medios afines ya trabajan para presentar justo el recuento nacional.
Porque cuando un medio oficialista (y la periodista que lo legitima) empieza a decir que “la batalla es por la comunicación” y por “cómo se lean los números”, lo que en realidad está diciendo es que importa más el relato que la realidad del voto. Y ahí es donde la democracia se torna espectáculo.
El rol de los periodistas afines
Plager, con tono de analista imparcial, en realidad abre la puerta al relato oficial: “Para evitar que La Libertad Avanza quede como la fuerza más votada a nivel nacional, Fuerza Patria se presenta … y dice, ‘No, no queremos que el recuento se dé a nivel nacional’.”
Pero al mismo tiempo los espacios mediáticos cercanos al gobierno se preparan justamente para presentar ese recuento nacional como si fuera legítimo y “normal”.
¿Resultado? Se instala el mensaje: “Todo en orden, el sistema cambió, esto era lo que hacía falta”. Y como se presenta como “normalidad”, pocos se atreverán a impugnarlo seriamente en el momento. Y ahí está la trampa: si todos actúan como si el recuento nacional fuera legítimo y habitual, esa idea gana terreno y se convierte en nuevo criterio.
Los periodistas afines juegan entonces dos roles: (a) anticipar la victoria del sello oficialista al sumar todas las provincias, y (b) restarle legitimidad al peronismo al exigir que sea contado solo bajo otro nombre, como Fuerza Patria. En el aire queda la sensación de que “sí, se hizo todo bien, fue democrático” cuando en cambio se está modificando la regla del juego justo antes de empezar.
Si se hubiera contado así en 2021
Para entender lo absurdo del sistema que el gobierno intenta imponer, basta mirar qué habría pasado si se hubiese aplicado el mismo criterio en las elecciones legislativas de 2021.
En aquella oportunidad, el resultado oficial fue claro: Juntos por el Cambio (JxC) obtuvo el 42,8 % de los votos a nivel nacional, mientras que el Frente de Todos (FdT) alcanzó el 34,6 %. Fue, de hecho, una derrota del peronismo por 8 puntos.
Ahora bien, si se hubieran contado solo los distritos donde cada fuerza compitió con el mismo nombre —tal como se pretende hacer ahora con La Libertad Avanza y Fuerza Patria— los números se habrían invertido por completo. El FdT habría quedado con 32,2 %, pero JxC se habría desplomado al 16,5 %.
Leído así, el peronismo “habría ganado” por más de 16 puntos, transformando una derrota electoral en una victoria aplastante.
Es decir: el mismo método que hoy el gobierno (y sus adláteres mediáticos) defiende como más “transparente y homogéneo” habría modificado “radicalmente” la lectura pública del resultado de 2021.
La comparación muestra que no se trata de un debate técnico sobre la velocidad del escrutinio, sino de una estrategia comunicacional para definir quién “parece” ganador antes de que se terminen de contar los votos reales.