San Lorenzo atraviesa una de las peores crisis institucionales de su historia reciente. El martes por la tarde, en una reunión de Comisión Directiva cargada de tensión, el club se declaró formalmente en acefalía. Con 13 de los 20 miembros del directorio presentando su renuncia, la institución quedó sin conducción y a la espera de un proceso de transición que derive en nuevas elecciones.
La situación se precipitó tras la denuncia de Martín Cigna contra el presidente Marcelo Moretti, a quien acusó de falsificar su firma en una declaración jurada presentada a APREVIDE. “No firmé ese documento ni ningún otro desde que renuncié. No sé qué están firmando ni para qué está usando mi firma Marcelo Moretti”, aseguró el exdirigente, lo que desató una tormenta política que terminó de resquebrajar la gestión.
El clima en Boedo fue de máxima tensión: la presencia de barras, cánticos de hinchas pidiendo la salida de todos los dirigentes y hasta agresiones a un directivo que debió retirarse tras sufrir ataques a su vehículo marcaron el escenario de la reunión. Entre los que dejaron sus cargos figuran Soledad Boufflet, Mateo Sagardoy, Leandro Virardi y el bloque que lidera Andrés Terzano, vicepresidente segundo, quien fue categórico al afirmar que la gestión “fracasó y perdió toda credibilidad y legitimidad ante la masa societaria”.
La acefalía implica que el club no tiene conducción formal hasta que se conforme una autoridad provisoria. En las próximas 48 horas debe convocarse a una asamblea extraordinaria con 90 representantes, que deberán elegir a 20 para integrar la comisión transitoria. Esa comisión será la encargada de llamar a elecciones en un plazo de 60, 90 o 120 días, según lo que se resuelva.
San Lorenzo enfrenta ahora el desafío de recomponer la confianza de sus socios y de garantizar un proceso electoral transparente, en medio de una crisis que expuso la fragilidad de su estructura política e institucional.