Para ganar hay que convertir goles. La lógica futbolera es hasta reglamentaria. Pero a Gimnasia le está costando cumplirla. Y horrores: la sequía en la red en los dos últimos partidos es un elocuente síntoma de la crisis que está atravesando el equipo de Alejandro Orfila. Pero también de un déficit que se sigue profundizando.
Los seis goles que GELP convirtió en las diez fechas que disputó en el Clausura son una señal clara de que pese a las modificaciones de esquema y de apellidos, Orfila no logró revertir una tendencia que viene ya de arrastre. Tanto es así que con apenas 15, el Lobo es el segundo equipo con menos goles a nivel liga detrás de San Martín SJ (13).
Dentro de ese pack, Gimnasia marcó cuatro de sus seis goles en los partidos que ganó (Independiente, Godoy Cruz y Atlético Tucumán) y sólo hizo más de uno frente al Tomba. Los restantes se los marcó a Lanús (1-2) y Unión (1-3). ¿La conclusión? En la mitad de los encuentros, el equipo no convirtió.

La bajísima tasa de conquistas permite que Rodrigo Castillo, ya en Lanús, siga siendo el goleador del Lobo: aquellos cuatro que metió en el primer semestre, antes de emigrar al Grana, lo ungen como el #1 de un ranking en el que se le arrimó Marcelo Torres (3). El resto de los goles fueron de Gastón Suso, Leo Morales, Nicolás Garayalde, Lucas Castro, Manuel Panaro y Pablo De Blasis.
Y eso es un problema. Porque Gimnasia está obligado a sumar puntos para despegarse de la zona más complicada de la tabla anual. Porque además en los promedios también ha quedado en una situación difícil (cuarto de abajo hacia arriba, a 11 puntos de Sarmiento), un riesgo latente a mediano plazo. Por eso necesita recuperarse.
Pero tendrá que mejorar en el último tercio. Explotar mejor a su ariete, un Chelo Torres que se adaptó rápido pero que solo no puede. Necesita de lo que le rodea. Un Jan Hurtado que hasta el momento no pudo cumplir con las expectativas post lesión. Un Norberto Briasco que arrancó bien y se desinfló tras un problema físico. Dos extremos potencialmente filosos que están bajos. Sólo así, el paradigma se revertirá. Y el Lobo respirará para aullar goles.
