Aunque Alejandro Orfila haya querido cuidar sus palabras luego de la derrota frente a Riestra, el concepto de su conferencia de prensa estuvo claro: Gimnasia no puede cometer distracciones defensivas como las que le costaron los tres puntos en el Guillermo Laza, o en el Bosque contra Unión (1-3). Algo que no le venía ocurriendo, a punto tal que su zaga sigue destacándose por sus buenas métricas.
Razón no le faltó al Chano Orfila. Ese “no nos pueden hacer ese gol”, en referencia a la volea de Milton Céliz, nació de una desconcentración: luego de una pelota parada ejecutada por Ramírez, el balón fue peinado para que le cayera a Jonatan Herrera. Renzo Giampaoli, ahí, perdió. Y no sólo eso: la bocha le dio en la espalda, favoreciendo con ese rebote a Céliz. Hurtado ya había perdido la marca. Y Gimnasia lo sufriría: 0-1.
Ante Unión, por caso, también había padecido. Porque Panaro se cerró demasiado en el córner y facilitó la volea de Tarragona en el 2-1. Y porque en el 3-1, Giampaoli y Suso invirtieron roles, Palacios recibió habilitado y la línea defensiva del Lobo se quedó demasiado estática, casi sin reacción, propiciando el toque hacia atrás y la definición de Mauricio Martínez.
Y esto es, de por sí, un problema a corregir en Gimnasia. Y es que si de algo se había logrado ufanar el equipo en este torneo era de su fortaleza defensiva en la zaga.
A punto tal que todavía Renzo Giampaoli y Gastón Suso suman entre los dos 199 despejes en nueve fechas, además de 29 intercepciones y 32 quites al piso. En los últimos partidos, esas cifras decayeron y no le han permitido a GELP sostener el cero.