Apareció Estudiantes, el Estudiantes copero, el que se esperaba. Porque si bien ya había ganado por la Libertadores e incluso venía de vencer al campeón vigente en UNO, esta vez fue contundente, arrollador y efectivo. Pasó por arriba a Universidad de Chile en su casa y subió a la cima del Grupo A.
Una noche de Copa redonda, de esas que encienden la ilusión de los hinchas y envalentonan a un plantel, que, en el caso del Pincha, venía golpeado por el 0-4 en La Paternal y necesitado de una actuación así. Así de convincente y categórica, con puntos altos en todas las líneas y con la mira calibrada de cara al gol.
Palacios primero, vivo y veloz para dormir a toda la defensa chilena. Luego ellos, los incansables, Ascacibar y Carrillo. Los referentes del plantel fueron el pilar del equipo para su tercera victoria en la Libertadores, con un Ruso en todas partes de la cancha, a puro motor y corazón, y un nueve en su mejor versión, combativo y batallador, clave para los ataques del Pincha y con un gran aporte defensivo.
En el complemento reguló, es cierto. Fue más cauteloso y por momentos se replegó en el fondo para no pasar ningún tipo de sobresaltos o sorpresas. En parte, también, por la iniciativa del local y el cambio de actitud respecto al primer tiempo.
Lo dicho, todas las líneas estuvieron a la altura y, en esa faceta, cuando tocó arremangarse y cuidar el resultado, aunque nunca corrió ningún tipo de riesgo, el Pincha aprobó con creces. Para un equipo que venía de recibir cuatro goles y que le cuesta mantener el arco en cero, es una satisfacción extra que le brinda confianza y seguridad a sus defensores.
Fue triunfo, fue goleada y festejo en Chile. Una victoria clave que llegó en un momento ideal. Tres puntos que lo ponen en lo alto del Grupo A de la Copa Libertadores y que ya casi le permiten pensar en los octavos de final. Los octavos de la Copa y del Apertura, porque a pesar de la derrota ante Argentinos Juniors sigue vivo, irá ante Central en Rosario pero ahora lo hará con la memoria recuperada.