Argentina es la tierra del mate por excelencia, como sus vecinos del Río de La Plata, sur de Brasil y Paraguay. Sin embargo es muchísima la población que para desayunar, o compartir momentos, opta por la infusión más bebida en el mundo occidental, como es el café.
Si bien nuestro país no es productor de la materia prima, existe una amplia tradición de prepararlo en bares, cafeterías y en el hogar, proveniente sobre todo desde los años de la primera inmigración italiana.
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Aunque desde aquellas épocas de la oleada migratoria inicial de una empobrecida Europa a la utopía americana, algunas costumbres deficientes permitieron imponer una costumbre que ya lleva casi 150 años y es necesario urgente desterrar.
Se trata de la elaboración del cafe torrado con azúcar, una práctica tristemente esparcida en el empresariado argentino ligado a esa industria, que por aquellos tiempos (y hasta la actualidad) suelen menospreciar el paladar de los argentinos, generando acostumbramiento a esta baja calidad en públicos poco informados acerca de que se trata el verdadero producto profundamente apreciado en el resto del mundo.
En la mayoría de los países está incluso prohibida la comercialización de esta variante apócrifa del café natural. Salvo en nuestra tierra, Uruguay, Paraguay, España y Portugal, según informa la empresa Ghirardelli en su página web.
“El café torrado está prohibido en todo el mundo, menos en Argentina, Uruguay, Paraguay y España y Portugal, países acostumbrados a consumir este café de muy baja calidad mezclado con azúcar quemado para disfrazar sus deficiencias” .
Nada más alejado del consumo sano y libre de azúcares que se impone en el mundo. Nada más alejado a un café tostado fresco y de calidad, libre de azúcares añadidos.
TOSTADO (EL BUENO) VS. TORRADO (EL MALO)
El café tostado (el “bueno”) pasa por un proceso en el cual los granos verdes de café (en realidad no son verdes sino de un color parecido al maní), atraviesan una máquina tostadora que los “cocina” hasta lograr la tradicional coloración oscura que vemos en las confiterías o cuando lo compramos en paquete.
Ese tratamiento dura entre 8 y 12 minutos, y según las preferencias del roastmaster –o cocinero- permite realzar los atributos naturales de origen.
Este proceso se llama tostado natural, porque se efectúa sobre los granos sin ningún producto o agregado adicional.
En el café torrado (el “malo”) se usan los peores granos y se produce cuando al momento del tostado se le agrega aproximadamente un 15% de azúcar al café.
Como quedó dicho, se utilizan granos de café de extremadamente baja calidad -el descarte- y el azúcar sirve para tapar todos sus defectos.
¿POR QUÉ TOMAMOS CAFÉ TORRADO EN ARGENTINA?
Se cree que los grandes mercaderes inmigrantes de España trajeron la tradición a estas tierras. Además, sirve aclarar que al tostar café se pierde entre un 12% y un 18% del peso debido a la humedad evaporada, esto quiere decir que si se tuestan 100gr de café verde, el producto final pesará unos 85gr.
Esta es la razón por la cual el torrado con azúcar, aparte de tapar la mala calidad, sirve para compensar el peso perdido. Todo por temas económicos.
Así como la industria de la carne nos hizo acostumbrar a que el asado con hueso es el mejor corte, porque es rechazado en el resto del mundo, y logró imponer un pedazo del animal bovino (descartable al momento de exportar) como el “emblema del consumo argentino”, el café torrado con azúcar también se basa en avaricia económica, y por eso la mayoría de las empresas que comercializan café en nuestro país lo hacen con esta modalidad que desvirtúa al producto y denigra el paladar de sus consumidores.
Estaría siendo tiempo de despertar a esta gran mentira impuesta para rebajar a un noble producto con algo de infinita inferior calidad como es el azúcar.
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