Quizรกs las palabras menos coyunturales del actual gobernador en su primer discurso de apertura de sesiones legislativas (anรกlogo al discurso del estado de la Naciรณn norteamericano), fueron las relativas a los desafรญos que plantea el bicentenario provincial, enfatizando que โa la Provincia de Buenos Aires no la van a dividir, no la van a achicar. Tenemos una tarea y es recuperar los elementos de su historia, mirando los elementos de su formaciรณn. Hay que volver a recuperar la identidad de la Provincia“.
El Gobernador evidencia la anรฉmica identidad provincial y apunta a la puesta en valor de un aniversario redondo y mayormente desconocido para la inmensa mayorรญa de los bonaerenses, que parece en este sentido una oportuna misiรณn para reivindicar un condimento subjetivo bรกsico y esencial en toda sociedad polรญtica: sin identidad no puede haber futuro en comรบn. El pasado mes de febrero marcรณ el inicio del aรฑo del bicentenario del surgimiento como ente autรณnomo de la Provincia de Buenos Aires, como bien han reseรฑado artรญculos precedentes de esta oportuna y casi exclusiva secciรณn que INFOCIELO ha dedicado al onomรกstico de nuestra jurisdicciรณn.
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Valga entonces mi aporte constitucional para, apalancado en los antecedentes historiogrรกficos citados, destacar entonces la trascendencia institucional de un hito รบnico y doblemente centenario, para trazar un necesario balance del camino recorrido y anticipar el porvenir, reforzando el anรกlisis de nuestro compromiso identitario como materia pendiente de este Gran hermano de las provincias argentinas, cuyo volumen es abrumador: es por mucho la mรกs poblada (mรกs de 17 millones de habitantes) y tambiรฉn la mรกs extensa (con mรกs de 135 municipios, desde el populoso La Matanza con 3 millones al despoblado General Lavalle, con apenas 1.500), ademรกs de aportar casi el 40% de la producciรณn econรณmica nacional. Paradรณjicamente tambiรฉn concentra (principalmente en el conurbano metropolitano) la mayor cantidad de pobres e indigentes, coincidente con las mayores falencias estructurales (baja densidad sanitaria, de pavimentaciรณn, etc.).
En principio, cabe reseรฑar que nuestra Constituciรณn Nacional no previรณ en su redacciรณn original el desequilibrio notable que ocasionarรญa al sistema federal el crecimiento desmesurado de una sola provincia que ya equivale casi a la mitad de todo el resto, por lo que no ha tenido reacciรณn a esta decuplicaciรณn estructural y simplemente la considera como una mรกs, ignorando que asรญ se condena a sus millones de habitantes a ser sub-ciudadanos argentinos, y olvidando la mรกxima aristotรฉlica que refiere que es tan injusto tratar desigual a los iguales, como igual a los desigualesโฆ Hace ya una dรฉcada publicamos acadรฉmicamente una investigaciรณn donde concluimos en que el exagerado tamaรฑo de nuestra provincia constitucionalmente atenta contra su administraciรณn eficiente, contra su adecuada representaciรณn polรญtica, contra el control de los gobernantes y contra el desarrollo de su propia identidad.
Sobre esto รบltimo, advertimos que la anรฉmica subjetividad bonaerense partรญa desde la separaciรณn y federalizaciรณn de su capital original y emblema en 1880, extirpaciรณn jurisdiccional que ademรกs nos dejรณ huรฉrfanos de nombre (desde entonces somos, en realidad, la Provincia sin Buenos Aires). Tambiรฉn fuimos la รบltima provincia en consagrar una bandera y carecemos de himno, siendo que los bonaerenses que sรญ nos reconocemos por nuestra sรณlida identidad local (platenses, bahienses, y asรญ), carecemos en cambio de la necesaria mediaciรณn provincial que sรญ gozan cordobeses, mendocinos y hasta los recientes fueguinos, para defender sus intereses regionales.
Es que desde entonces, pugnamos por no ser sรณlo lo que quedรณ de la extirpaciรณn de la metrรณpoli (hoy una cuasi provincia diferente, la Ciudad Autรณnoma de Buenos Aires), su patio trasero, un saldo ambiguo y que genera recelo al resto del paรญs, โlaโ Provincia tras la Avenida General Paz en la que se escudรณ el tradicional unitarismo porteรฑo. Por eso, cuanto menos, dentro del relanzamiento de la campaรฑa identitaria deberรญa empezarse por actualizar nuestro nombre, anacrรณnico conceptualmente, confuso pedagรณgicamente y, sobre todo, identitariamente insignificante.
Mรกs aรบn, existen datos objetivos, nรบmeros duros y dolorosos, que demuestran que los bonaerenses lejos de favorecernos por nuestro tremendo nรบmero y productividad (en ambos casos, casi el 40% del total nacional) somos postergados olรญmpicamente respecto al resto de los argentinos: desde siempre somos los que menos recibimos proporcionalmente por habitante del Tesoro nacional en todo sentido, vulnerando los principios de igualdad ciudadana para todas las provincias (arts. 8 y 16 CN), ademรกs de estar expuestos como ninguna otra provincia a las intromisiones federales en la polรญtica interna (econรณmica, institucional y hasta salarial, como vemos ante cada paro general docente). El ejemplo mรกs concreto es que ninguna otra provincia tiene tantos gobernadores digitados inexorablemente desde la Casa Rosada o nacidos y criados en otra jurisdicciรณn (CABA), cualquiera sea el oficialismo de turno. Y lamentablemente es lรณgico que asรญ sea, ya que ningรบn presidente dejarรญa librado al devenir local el andar de casi la mitad de su capital polรญtico, y suelen definir desde el escritorio que โbajeโ a la Provincia mรกs importante su vicepresidente โha pasado tres veces en los รบltimos veinte aรฑos- o su principal carta polรญtica, para que gestione con recursos siempre nacionalmente direccionados a un Estado provincial gigantesco, lento, pesado y distante de los ciudadanos de un territorio extensรญsimo.
Quizรกs por eso, mรกs allรก de la coyuntural sintonรญa polรญtica entre gobernador y presidente, como medida estratรฉgica a largo plazo se deberรญa impulsar lรณgicos reclamos de reconocimiento econรณmico en la Corte de Justicia federal y ante el Senado nacional por la recomposiciรณn del porcentual del producto de la coparticipaciรณn (donde recibimos histรณricamente la mitad de lo que nos corresponderรญa por tamaรฑo y producciรณn), aunque es dable anticipar un escenario realista a nivel legislativo: el resto de las provincias jamรกs accederรกn racionalmente a renunciar ni a un รกpice de sus beneficios a favor del Leviatรกn bonaerense. Poco podremos hacer con nuestros tres senadores nacionales bonaerenses โa quienes ningรบn lector seguramente pueda enumerar de corrido, en otra muestra de nuestra dรฉbil identidad provincial- ante los otros sesenta y nueve que no se comprometerรกn a que siga creciendo una provincia que todo lo desequilibra con su potencialidad electoral, tornando insignificante al resto.
Por ello, ante este tibio renacimiento del cรญclico debate acerca de si es viable la Provincia de Buenos Aires tal como subsiste desde hace 200 aรฑos, cabe alertar sobre la trascendencia de redefinir nuestra identidad de una buena vez, para posicionarnos federalmente como un ente polรญtico autรณnomo y consolidado, lo cual habla de una cuestiรณn de maduraciรณn de la provincia, pero tambiรฉn axiolรณgicamente una decisiรณn de dignidad.
Nuestra Constituciรณn provincial (ya por 1854) plasmรณ la decisiรณn de que seamos protagonistas en la vida federal argentina, asumiendo costos y riesgos, apostando fuertemente a las capacidades de los bonaerenses y a la riqueza de su tierra, legรกndonos un gran desafรญo, tanto como derecho como responsabilidad en la planificaciรณn de un destino comรบn, en el compromiso con los derechos de todos y en la propagaciรณn del bienestar general.
Por eso festejemos este cumpleaรฑos Bicentenario con ganas, como un hito histรณrico que reconozca nuestro ingreso a la madurez institucional y โsobre todo- definiendo de una buena vez nuestra identidad provincial, poniendo entero el cuerpo a un futuro prรณspero y de bienestar general.
*El autor es abogado constitucionalista y profesor de la Universidad Nacional de La Plata