La realidad político-mediática volvió a tener un momento picante cuando Marcela Feudale, histórica comunicadora y figura reconocida por su lengua filosa y sin doble moral, le dio una verdadera lección a Esteban “Pelado” Trebucq.
El conductor de LN+, cuasi vocero del oficialismo libertario, realizó este lunes un editorial en defensa de la decisión de ese canal de no difundir los audios filtrados entre Diego Spagnuolo y Karina Milei.
Según él, reproducirlos sería “antiperiodístico” porque se trata de conversaciones privadas sin relevancia pública.
“¿Cuál es el valor periodístico de eso? Es nulo, absolutamente nulo. No voy a escucharlo ni a ponerlo al aire. Celebro que el canal tampoco lo haga. Eso no es periodismo”, sostuvo Trebucq con tono solemne e indignado, convencido de estar sentando una postura ética frente a lo que definió como un “escándalo de chismes”.
Pero lo que parecía una defensa cargada de convicciones se desmoronó, gracias a un tuit certero de Feudale. Con ironía, escribió: “Al Pelado, el pasado lo traicionó. Suéltame pasado. Hermoso todo. Cerrame la 8”.
El mensaje iba acompañado de una captura de un viejo posteo del propio Trebucq de 2017, cuando en tiempos del gobierno de Mauricio Macri se difundieron los audios privados de Cristina Fernández de Kirchner con su exsecretario general Oscar Parrilli.
El doble rasero al descubierto
En aquel entonces, el mismo Trebucq celebraba la aparición de esas escuchas y cuestionaba a quienes denunciaban el origen espurio de las grabaciones. “Típico de K básico: se horrorizan por la divulgación del audio de Cristina-Parrilli y no por el contenido en sí. Hablen de eso, tarambanas”, escribió en Twitter.
La contradicción quedó en evidencia: lo que ayer era periodismo y “material de análisis”, hoy es una intromisión ilegítima en la vida privada.
La comparación de Feudale expuso de manera brutal el doble estándar del periodista. Lo que cambia no es el hecho en sí —audios privados filtrados sin interés de Estado— sino el lugar político de los protagonistas.
En 2017 se trataba de Cristina Kirchner, entonces líder de la oposición; en 2024 es Karina Milei, figura central del gobierno libertario y hermana del presidente. El criterio periodístico, en definitiva, parece moldearse según la conveniencia del momento.
Ni solidaridad ni “ocho cuartos”
El episodio dejó al descubierto la inconsistencia de Trebucq, y también el rol que muchos comunicadores oficialistas adoptaron en los últimos meses: actuar como voceros y no como periodistas. Jamás salió de su boca la solidaridad con los colegas perseguidos por el gobierno a través de Patricia Bullrich, ni la inconstitucional medida de la cautelar del Juez Maraniello.
La función periodística implica incomodar al poder, no protegerlo bajo argumentos circunstanciales.
La “atendida” de Feudale logró lo que pocas veces sucede: desnudar en tiempo real la hipocresía y recordarle al público que, en tiempos de polarización mediática, la memoria digital no perdona.

