El epílogo de las administraciones de Cambiemos en Provincia y Nación significa también el fin de lo que se conoció como “ceocracia” y que no es otra cosa que el copamiento de la estructura del Estado por cuadros provenientes del sector privado, más específicamente directores de empresas multinacionales.
En el caso del gobierno de Mauricio Macri, el emblema de esa política fue Juan José Aranguren, CEO de Shell, que desembarcó en el ministerio de Energía. Pero junto a él llegaron Mario Quintana, “Toto” Caputo, Gustavo Lopetequi, Miguel Braun y varios más que quedaron incluso al filo del conflicto de intereses.
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En Provincia, María Eugenia Vidal copió esa modalidad pero con CEO de Cabotaje: el ministro de Agroindustria, Leonardo Sarquís, con pasado en Monsanto; Marcelo Villegas, que se desempeñó en Wal Mart y otras multinacionales, y Juan Curutchet, director del BAPRO, son algunos de los ejemplos bonaerenses.
El desembarco de Axel Kicillof en la Gobernación significa una vuelta de tuerca a esa política. Pero en lugar de más “CEOs”, se prepara para acompañarlo en La Plata un ejército de técnicos prácticamente libres de rosca. Así, se termina la “ceocracia” para darle paso a la “tecnocracia” que promueve, desde que era presidenta de la Nación, la propia Cristina Fernández de Kirchner.
A lo largo de su mandato, CFK pensó en La Cámpora como una usina de generación de dirigentes con esos perfiles. El deseo puede rastrearse incluso en la conformación de las listas de Unidad Ciudadana en las elecciones de 2017, donde relegó a los cuadros políticos del peronismo para “experimentar” con dirigentes surgidos del ámbito académico. Así se colaron entre los primeros nombres la economista Fernanda Vallejos y Roberto Salvarezza, por citar ejemplos.
Kicillof parece dispuesto a ir en la misma línea. Los nombres del equipo de transición que integran Carlos Bianco, Augusto Costa, Agustina Vila y Federico Thea son sólo la punta del iceberg. Detrás de ellos, y no debajo, se espera la llegada de varios más: Nicolás Kreplak, Daniel Gollan, Mara Ruiz, entre otros.
Se trata de personas con experiencia en las segundas líneas de la administración nacional y títulos de grado y posgrado en las áreas que podrían ocupar. Y, aunque están lejos de ser confirmados, se descuenta que ocuparán lugares de relevancia, aunque más no sea como consultores.
“Tecnócratas” los definen, peyorativamente, los intendentes y dirigentes sin tierra del peronismo que ambicionan esos cargos para “la política”. “La botonera del Estado no es sencilla”, advierten, con bronca y resignación, y se animan incluso a anticipar que el propio Kicillof deberá convocarlos “dentro de dos años” para sacar adelante la gestión.
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