La Casa Blanca salió a escena con un video que mezclaba política, show y fútbol, algo muy típico en EEUU. Allí Donald Trump apareció caminando junto a Cristiano Ronaldo, y el clip cerraba con un mensaje provocador: “dos GOAT” (“greatest of all time” o los más grandes de todos los tiempos).
Para el presidente estadounidense, la etiqueta era perfecta: él y CR7, los mejores de todos los tiempos, los símbolos de la grandeza, el éxito y, sobre todo, de un estilo de vida con el que Trump se siente más que cómodo.
La escena se dio antes de la cena con el príncipe saudí Mohammed bin Salmán, donde el mandatario destacó la presencia del portugués y hasta contó, orgulloso, que Barron estaba fascinado de conocerlo en persona. Todo suena muy Trump: lujo, celebridades alineadas y un pequeño guiño al soft-power saudí que Ronaldo viene promocionando desde hace tiempo.
Lo que no imaginaba la Casa Blanca es que, en menos de 24 horas, el Partido Demócrata respondería con un golpe de efecto tan inesperado como ingenioso. Y muy a la argentina.
La contraofensiva
El miércoles, casi como si hubieran estado esperando el pie, los demócratas publicaron un video en su cuenta oficial de TikTok. No hacía falta texto, ni discurso, ni una bajada explícita. Apenas unas imágenes de Lionel Messi, nuestro Lionel Andrés, el tipo que prefiere pasar desapercibido antes que jactarse, el que se escapó de los reflectores de la futbolera Europa para jugar en Miami pero sigue siendo, para el planeta entero, el símbolo de otra manera de entender el éxito.
El TikTok presentó un montaje vibrante con momentos icónicos: Messi en el Barcelona rompiéndola, Messi en el PSG resistiendo la presión, Messi capitán de la Selección levantando la Copa del Mundo y Messi recibiendo uno de sus ocho Balones de Oro.
Pero lo más picante fue la elección del audio: un fragmento del tema “I Don’t Like” de Chief Keef, en la versión con Kanye West, que repite “that’s that shit I don’t like” (esta es la mierda que no me gusta).
Mientras las imágenes de Trump y CR7 comenzaban en blanco y negro, las de Messi brillaban a color. No hacía falta mucha interpretación: la comparación estaba servida en bandeja.
Carne fresca para redes
La jugada demócrata combinó timing político, ironía y lectura “pop” cultural. En un público que por ahora coloca a TikTok como “territorio joven” por excelencia, la respuesta fue menos un “ataque” y más un meme elevado a estrategia comunicacional: si Trump quiere jugar al juego del GOAT, bueno… el GOAT es Messi, maestro.
GOAT, política y afinidades.
El cruce no fue casual ni inocente. Ronaldo, convertido en embajador turístico y económico de Arabia Saudita, se mueve hoy entre grandes contratos, realeza del Golfo y diplomacia deportiva. Trump, que siempre festejó a los millonarios que representan su ideal de éxito, encuentra en CR7 un espejo cómodo: disciplina, glamour, exposición y una épica individualista que encaja perfecto con su narrativa.
Messi, en cambio, aparece como el antagonista cultural. No por ideología explícita (porque Messi no habla de política ni aunque le supliquen), sino por la simbología que arrastra: perfil menos expuesto políticamente, sacrificio, fútbol antes que marketing, respeto antes que impacto.
Efecto por contraste
Al elegirlo como “respuesta”, los demócratas dejan deslizar un mensaje implícito que el público argentino capta al toque: hay figuras que se alinean por afinidad ideológica… y otras que se alinean por valores.
La operación política de los demócratas funcionó como un chiste interno para millones de usuarios: si Trump quiere apropiarse de la grandeza, ellos le recuerdan que el verdadero ícono global de estos tiempos no es el portugués que camina con príncipes, sino el pibe de Rosario que sigue prefiriendo la humildad.
El timing, además, tiene un condimento geopolítico. A meses del Mundial 2026 en Estados Unidos, la llegada de Ronaldo en plena visita saudí empuja lecturas que van más allá del fútbol. En ese marco, la aparición de Messi como contraimagen además de entretener y generar sonrisas, establece un contraste político, cultural y hasta emocional.
Los demócratas no solo respondieron. Construyeron un relato. Y lo hicieron con la figura más querida del planeta fútbol. Porque para decirle a Trump que no todo es lujo, ego y autocelebración… quién mejor que el tipo que nunca necesitó gritar que es el mejor para serlo.

