Nunca es fácil para un futbolista jugar con el peso del apellido. Mucho menos si ese apellido es tan pesado que carga sobre sus hombros un par de campeonatos, incluida una Copa Libertadores.
Máximo Desábato es el hijo de Leandro. Leandro es el Chavo. El Chavo es el central que ganó un torneo local con Estudiantes, una Copa Libertadores y fue uno de los referentes del equipo por más de una década.

Como buen hijo de su padre, Maxi también juega como marcador central. Nació en el año 2005 y comparte su pasión por el fútbol con su padre. “Creo que mis fuertes son el juego aéreo, la marca y la concentración. Él siempre me dice que tengo que estar concentrado y tener mucha actitud. Con eso voy a tirar bastante”, dijo en diálogo con Cielosports.com.
El pibe, que recién está sumando minutos en Reserva desde hace algunos partidos, tiene espejos muy marcados. “Mi viejo es mi ídolo. Yo lo sigo mucho, observo todo lo que hace. Me gusta algunas cosas copiarle. Capaz no debería jaja, pero me gusta. En su momento miraba al Flaco Schiavi, me gustaba mucho, y a Pastelito Rogel. Me gusta mucho mirarlo y observarlo, copiar movimientos y tratan de sacar lo que más me ayude a crecer”, explicó.

Desábato y sus sueños
El hijo del Chavo tiene en claro cuáles son sus objetivos. “El sueño es el de todos. Poder estar en Primera y tener una citación o un debut. Sería algo muy lindo y muy hermoso. Es algo lindo. Yo creo que a todo el mundo le gusta que esté la familia acompañándolo, mirándolo desde afuera, apoyando, como sucede en mi caso. Es un mimo”.

