“Mejor no vengas mañana”-, dice un camarero en un bar a cinco calles del Santiago Bernabéu. En Madrid no se habla de otra cosa que de la final entre el Real Madrid y el Liverpool. La guerra cambió todo. Era San Petersburgo, pero fue París. Y allí viajo la elite del fútbol mundial. Con sus petroeuros. A la capital francesa donde la renovación de Kylian Mbappe fue una cuestión de Estado. El re electo presidente Emmanuel Macron lo llamo al mejor jugador del mundo -es la primera vez que no decimos Messi- para que renovara. Un símbolo para Francia, dicen que dijo quienes conocen al mandamás galo.
Y era obvio. El fútbol a veces lo es. Nos regala campeonatos que parecen impredecibles. Y la Champions League pasaba y el Madrid crecía. Ya no estaba Lionel Messi para tratar de tapar el sol de Madrid. Tampoco, estaba Sergio Ramos, capitán inagotable. Pero si estaba un hombre: Carlo Ancelotti, constructor de grupos.
Y el Real Madrid empezó a creer cuando no creía. Paris, Londres y Manchester fue su periplo. En el medio de la temporada Xavi Hernández, ex medio del Barcelona y actual entrenador, dice que los catalanes tienen que ganar jugando bien. Abre el debate. Jorge Valadano comenta que Xavi le habla a los propios y que en Real Madrid lo único que cabe es ganar. El Madrid lo sabe y gana la liga y un partido imposible.
Es sábado, hoy, y los que se quedaron están de fiesta. El Madrid juega contra Liverpool. Otro peso pesado. No hay argentinos en la cita de las citas del fútbol mundial. Si un uruguayo y un colombiano. Se habla y se analiza. Y el partido es el que es. Con los ingleses lanzados a comerse todo. Un equipo obrero de una ciudad obrera, rara Avis en un país que presta servicios a Europa. Pero hay comunión y Liverpool domina. Lo saben todos, hasta el Real Madrid, que también sabe que una va a tener. Y la tiene, pero el VAR le dice que no a Benzema, el mejor de la copa. Y Mane y Salah empiezan a hacer figura a Thibaut Courtois. Y Madrid como ciudad levanta de gente en la primera primavera post pandemia. Y aparece Vinicius y marca de cachetada. Entonces la capital de España se vuelve una fiesta. Se grita en la plaza del Sol donde hay un cartel gigante que dice “volvamos a enamorarnos como la primera vez”.
Y el Madrid enamora. Porque la Copa de Europa está en casa. En Cibeles, la gente canta. Se acuerda del dinero del PSG y de la enemistad con el Barcelona.
La gente canta y la calle es una fiesta, por decimocuarta vez.