Guillermo Barros Schelotto jugaba muy bien a la pelota, pero además tenía potrero. Esa picardía típica de quien se crio corriendo atrás de un futbol. Sabía cuándo acelerar, cuándo frenar, cómo definir, pero lo que mejor hacía el Mellizo era interpretar los momentos de partido.
Pero para entender un poco más la situación, hagamos algo de historia. En la semifinal de la Copa Libertadores 2004, Boca visitaba el Monumental para enfrentarse a River en un Superclásico que quedó marcado por una serie de incidentes que todavía se recuerdan. Entre ellos, la expulsión de Rubens Sambueza, que generó polémica y discusiones dentro y fuera del campo de juego.
Guillermo Barros Schelotto, figura de Boca en aquel partido y actualmente entrenador de Vélez, contó en una reciente entrevista cómo vivió aquel momento: “No, no hice nada”, aseguró sobre las acusaciones de provocar la expulsión del jugador rival. Sin embargo, recordó un intercambio con el banco de River que quedó registrado: “Ese señor, que no sé cómo se llama, me está insultando”. La frase fue dirigida a Hernán Díaz, ayudante de campo de Leo Astrada, quedó en la historia.
La desopilante versión de Guillermo
“Hace el gol Lucho González, nos echan a Fabian Vargas y estamos en desventaja total y se nos venían y no, se demoró el juego un poco. ¿Pero cómo se genera esa discusión? Creo que la verdad fue que se genera porque Rojas se lesiona la rodilla eh y tenía que salir, no podía seguir jugando”, tiró el Mellizo.
“Ahí se genera una discusión con el árbitro y un jugador de River insulta sin querer. Creo que el nerviosismo lo llevó a insultar al línea y lo expulsan, quedamos con uno más nosotros. Todo en una jugada, en esa jugada. Y ahí es donde se produce el cruce con el banco de River, con Hernán Díaz, que era ayudante. Pero yo no hice nada, sólo estaba ahí”, explicó con cara de pícaro.
La historia del Superclásico 2004 sigue viva en la memoria de los fanáticos del fútbol argentino, no solo por el resultado del partido, sino también por las pequeñas anécdotas que quedaron como parte de la leyenda de estos encuentros. La frase de Guillermo, divertida y directa, refleja cómo incluso en los momentos más tensos hay lugar para la humanidad y el humor dentro del fútbol.