El partido de “la otra cultura” no duró nada. Porque Estudiantes tuvo 25 minutos papelonezcos en los que perdió la brújula y River lo bailó, le marcó la diferencia por los goles de Gallopo y Nacho Fernández y sembró infinidad de dudas de cara a la serie ante Flamengo que se jugará el jueves próximo en Brasil. Núñez, sobre el final, puo el 2 a 1.
El primer tiempo de Estudiantes fue patético hasta la expulsión de Marrtínez Cuarta. Jugó mal en serio., Lo bailaron. No compitió. No fue rival de River. Las discusiones sobre “la otra cultura”, que le dio al partido una épica diferente, no tuvo un correlato con la liviandad de cómo entró el equipo a jugar el partido: liviano, mal armado, con un desconcierto absoluto que, en buena parte, tiene su explicación en el insólito equipo que su entrenador puso en cancha.
Porque jugó sin nueve. Porque Sosa demostró que ya no está para partidos grandes. Porque nadie sabe de qué juega Castro. Porque defensivamente sufre horrores. Y siguen las firmas. Domínguez, como en Santiago del Estero, se volvió a equivocar en el armado y quedó en evidencia.
De entrada, nomas, el equipo volvió a sufrir la pelota parada. A los seis, Galoppo, solo en el área chica, puso el 1 a 0. Todos miraron, reclamaron una falta, pero nadie la sacó. Hasta el propio Muslera miró. El partido, de ahí en más, fue un suplicio para Estudiantes.
Los siguientes diez fueron tremendos. Lesión de González Pírez, siesta del banco y los jugadores que no hicieron tiempo para hacer el cambio, River olió sangre y Nacho, con suspenso por una supuesta mano, puso el 2 a 0.
Recién con la expulsión de Martínez Cuarta el equipo de envalentonó un poco y logró acercarse al arco de Armani, que fue casi un espectador de lujo que vio como Estudiantes se aproximó, pero no lo inquietó.
Para el segundo tiempo Domínguez cambió. Metió a Cetré, Carrillo y Medina en lugar de Amondarain, Castro y Palacios. Sí, armó un equipo más competitivo. El entusiasmo al equipo le duró 20 minutos, en los que apretó, con más ganas que fútbol, pero no logró desnivelar. De hecho, las situaciones que tuvo fueron más por empuje de la gente que otra cosa.
Los cambios mejoraron un poco al equipo, que aun con uno más no logró inquietar a River. Si bien pudo marcar un gol, al menos, el rendimiento estuvo lejos del ideal ante un rival que en la primera parte lo bailó. El gol de Núñez, de cabeza, apenas sirvió para decorar el resultado.
Las dudas de cara al partido ante Flamengo son por demás elocuentes. Los últimos dos por torneo local generaron un sinsabor muy particular en el hincha, que se poya más que nunca en la mística para soñar con Libertadores.