Cuatro partidos o ciento treinta y dos minutos pueden parecer poco. Pero no. Al menos, no para Juan Manuel Villalba. Defensor central, apto para moverse como lateral izquierdo como lo demostró en la victoria ante Godoy Cruz, para el jovencito que se sumó en enero a Gimnasia como futbolista libre de Vélez ese tiempo le ha alcanzado para premiar el esfuerzo que ha hecho a lo largo de una carrera que comenzó cuando tenía cuatro añitos y pateaba la pelota en Moreno. Soñando, algún día, llegar a Primera.
Titular por la molestia muscular que arrastra Pedro Silva Torrejón, Villalba está encarando la previa del que podría ser su segundo encuentro jugando desde el arranque.
Algo inédito en su breve tránsito por la máxima categoría del fútbol argentino, que se inició precisamente en GELP luego de completar su etapa formativa en Liniers. Un largo proceso de maduración futbolística y personal que inició en Cuartel V. En su barrio. En su lugar en el mundo.
“Lo miraba y pensaba: ‘Dios mío, si yo te veía corriendo en la cancha acá en Cuartel V con la camiseta que te quedaba por la rodilla, atrás de su papá para que lo pusiera, para que pudiera jugar’”. La que habla es Blanca. Y al leer las declaraciones recogidas por el sitio Moreno Primero, las lágrimas se imaginan solas. Se digitaliza la emoción.
Ella y Ramón lo criaron esperando que algún día el anhelo de Juanma —o Tyson, como lo bautizaron en Vélez por su parecido con Mike Tyson— de llegar a vivir de la pelota.
Villalba nunca pensó en otra cosa que no fuera eso. Si lo primero que hizo —según su mamá— fue agarrar una pelota apenas nació. Aunque llegar no fue sencillo. “Pasaron muchas cosas buenas y malas”, le relató Ramón al mismo medio, en 2022, luego de que Juanma fuera citado para el Mundialito Sub 16 de Montaigu, en Francia. Su primera experiencia con la Selección Argentina que integraría en la Sub 17 y en la Sub 20. Donde pudo conocer a Lionel Messi: la foto está fijada en su cuenta de Instagram como si se tratara de otro trofeo.
“Antes tenía un solo botín para jugar en dos canchas: porque jugaba en Cuartel V y jugaba en Vélez. Y entrenaba también con el botín roto”, supo reconocer su viejo, a quien se le rompía el corazón cuando observaba que algunos compañeros de su nene tenían calzado a estrenar.
Aunque a Juan nunca le impactó porque, siendo muy pibe, leyó una frase que le llegó al corazón: “Cuando fue a jugar al Fuerte Apache lo levanté acá arriba de mi hombro —relató su papá, Ramón— y vimos un botín de Carlos Tevez con la punta rota y una inscripción que decía: ‘No me mires el botín, mirá mi talento’. Fue la cosa más hermosa que escuchó”.
La Primera, cada vez más cerca
Paso a paso, Villalba creció. Primero, en Unión Cultural de San Martín. Y luego, en Vélez. Con esas enseñanzas en la cabeza, un temple que forjó en la adversidad y un físico que le permitió imponerse siempre, defensivamente JMV creció hasta llegar a Reserva.
En el medio se consagró campeón de Octava en el 2021. Sin embargo, a fines de 2024 no hubo acuerdo para la prórroga de su vínculo y el pibe emigró libre a Gimnasia.
“Me voy triste, pero sé que Dios es perfecto y tiene un plan mejor para mí. Les quiero agradecer de corazón a todas las personas que me acompañaron todos estos años. A todos los que me ayudaron a crecer. Gracias”, decía en su carta de adiós.
Luego del Sudamericano Sub 20 llegó la oportunidad de sumarse a Gimnasia. Una que ahora está aprovechando. Con un objetivo a cortísimo plazo (estar en el Mundial Sub 20, que iniciará a fines de septiembre) mientras se consolida en Primera División. El sueño, cumplido.