En un partido donde los dos equipos llegaban agrandados, por el pasado cercano y los buenos resultados, Victoria fue el escenario de otro encuentro del fútbol argentino donde los detalles terminan inclinando la balanza.
Tigre copó la parada y arremetió de entrada ante Gimnasia. Después de varios minutos sin encontrar el balón y sufriendo el buen manejo de los volantes locales, el elenco dirigido por Pedro Troglio se acomodó y dijo presente.
Con intenciones más que ideas y juego, la visita no supo cómo generar juego con claridad y por eso en pocas ocasiones generó peligro en el área rival. Las más claras se dieron en el primer tiempo, y a través de centros. Benítezno pudo en dos oportunidades para abrir el marcador.
En el complemento, luego de analizar que el rival manejaba la pelota pero esperaba bien agrupado a su equipo, el entrenador Tripero movió el banco de suplentes para cambiar la imagen del equipo y encontrar el gol del triunfo pero las respuestas nunca llegaron desde el campo de juego.
¿Tigre hizo más méritos para ganar? No. ¿Gimnasia fue más que Tigre? No. El resultado se alteró, el cero quedó de lado, por un error defensivo de Juan Quiroga. El defensor tocó la pelota con la mano en el área y Beligoy cobró penal. Luna dejó desparramado en el otro palo a Monetti y estrenó la garganta en el único festejo en Victoria.
El Lobo fue un equipo débil en ofensiva. No generó situaciones claras, los volantes no generaron juego y los delanteros quedaron neutralizados por los defensores rivales. La mano de Quiroga le costó muy caro y se volvió sin nada.