“A noite dos sonhos de Verón”, tituló el diario O Tempo de Belo Horizonte el día después. Y no le faltó razón. Aquélla del 15 de julio de 2009 fue la noche más soñada por Juan Sebastián Verón, por la legado, por la leyenda y porque en definitiva el apellido ilustre estaba otra vez presente en otra Copa Libertadores, la cuarta del club.
Y a 15 años de la conquista de Estudiantes, el capitán de aquellos leones de América, empezó a subir a sus redes algunos reseñas de lo que fue la gesta del Mineirao. Algo que seguramente irá aumentando con el correr de las horas.
Si aquella noche fue inolvidable para Estudiantes, el partido de Verón también lo fue. En esa final estuvo en todas, la jugó con la historia en la mano, el liderazgo en su brazaleta y el legado de gloria en su corazón. De principio a fin se impuso en la batalla y también en el fútbol.
Primero, le devolvió a a Ramires, volante del Cruzeiro, ese codazo que le había dado en el partido de ida en La Plata y que le cortó el pómulo, al punto de sacarlo varias veces de la cancha en aquella noche y cortarle el ritmo del partido. Fue su manera de decir: “acá estoy yo”. Pero no se quedó en eso, a la hora de jugar, lo hizo con maestría, exponiendo toda su jerarquía en la noche que su equipo más lo necesitaba.
Fue partícipe de los dos goles. En el primero, encarando por el medio y abriendo la pelota al costado para Cellay, quien tiró el centro que derivó en el empate de la Gata Fernández. Y en el segundo, en el de la gloria del 2 a 1, ejecutando el córner a la cabeza de Boselli. Fenomenal Verón. Grandioso Verón. Inolvidable Verón.
El final, claro, lo encontró arrodillado en el piso, con la gloria rendida a sus pies y los brasileños entregados a su noche mágica. “Cuando o bruxo vira mago”, fue otra de los elogios de la prensa de ese país por aquella noche única. Cuando un brujo se convierte en mago. Así fue…
Dinastía Verón
Con esa conquista de Juan Sebastián, sumado al tricampeonato de América de Juan Ramón en el 68, 69 y 70, el apellido Verón alcanzó un hito histórico, que sólo tiene un antecedente en la vida de la Libertadores: el de Néstor y Jorge Goncalves, padre e hijo, campeones con Peñarol. El primero en el 60, 61 y 66 y el segundo, en 1987. Creer o reventar, uno tricampeón y el otro ganador del cuarto trofeo. Como los Verón, que dejaron su apellido grabado a fuego en los libros de la Copa Libertadores de América que este 15 de julio el Pincha vuelve a recordar.
Estudiantes campeón de América: los goles de la final contra Cruzeiro.