Cuando en 2026 la NASA lance la misión Artemis II, con cuatro astronautas que volverán a orbitar la Luna después de medio siglo, un pequeño satélite construido en La Plata también viajará rumbo al espacio profundo. Se llama Atenea, mide apenas 30 centímetros y pesa unos 15 kilos, pero su valor científico y simbólico es inmenso: se trata de un desarrollo íntegramente argentino, diseñado y ensamblado por un equipo de ingenieros, docentes y estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la UNLP.
“Las sensaciones son de orgullo, de responsabilidad, de ganas de participar, de sentirse parte de un grupo que logra estas cosas. Sabemos que estamos representando al país, a la universidad y a la ciudad en una misión que la NASA define como un paso para toda la humanidad”, explicó en Demasiado Humo Facundo Pasquevich, ingeniero y responsable de la integración mecánica de Atenea.
El proyecto nació en el marco del programa Artemis, con el que la NASA busca instalar bases permanentes en la superficie lunar para utilizarlas como plataforma hacia Marte. Argentina, a través de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), fue uno de los países seleccionados para proponer un satélite. La elección no fue casual: el Centro Tecnológico Espacial de la UNLP lleva más de tres décadas trabajando en desarrollos de este tipo, y había acumulado experiencia con pequeños satélites de la familia CubeSat, piezas que funcionan como bancos de prueba tecnológicos a bajo costo.
Ciencia en una “cajita”
Lejos de la imagen del satélite enorme y metálico, Atenea es un cubo compacto. Su misión, sin embargo, es ambiciosa. Tendrá dos objetivos principales: por un lado, medir radiación en el espacio profundo, una tarea clave para planificar futuras estadías humanas fuera de la órbita terrestre. Ese instrumento fue desarrollado en conjunto con la Universidad Nacional de San Martín y la UBA.
Por otro, funcionará como demostrador de nuevas tecnologías de comunicación y posicionamiento. “Lo vamos a lanzar a 70.000 kilómetros de la Tierra, mucho más allá de los satélites Starlink que orbitan a 500 km. Vamos a estar por encima de la constelación GPS, lo que nos obliga a probar formas nuevas de ubicarnos en el espacio”, detalló Pasquevich. El equipo desarrolló un sistema para aprovechar señales de GPS que rebotan en la atmósfera terrestre y así lograr la localización, una técnica que podría usarse en misiones de largo alcance.
El proceso tuvo mucho de épica cotidiana. “Yo me dedico a la parte estructural. El día que pasó la prueba de vibración, que lo movieron como si fuese un lanzamiento real, dormí tranquilo. Ahí sentí que estaba bien”, recordó Pasquevich. El satélite fue sometido a exigentes ensayos en las instalaciones de CONAE en Córdoba, donde se simuló desde el vacío espacial hasta los cambios extremos de temperatura y radiación.
El viaje hacia la NASA también tuvo su cuota de nervios. El satélite viajó embalado en una caja especial a Estados Unidos, donde el equipo argentino acompañó el proceso de integración a la cápsula que lo liberará en el espacio. “Nos eligieron a nosotros y nosotros construimos dentro de una universidad pública un satélite que va en una misión tripulada, donde no puede fallar nada. Eso te llena de emoción, pero también de ansiedad”, dijo el ingeniero.
Una experiencia formativa única
El proyecto no solo significó un avance científico, sino también un enorme valor educativo. Muchos estudiantes participaron en la construcción y prueba del satélite. “Meter mano en un satélite mientras estudiás y que termine viajando en un cohete de la NASA es una locura”, resume Pasquevich. Esa lógica de aprendizaje en el hacer es parte del sello del Centro Tecnológico Espacial desde su creación en los años 90.
Para la UNLP, Atenea representa un hito que confirma la relevancia de su sistema de investigación y extensión. Como señaló el comunicado oficial, se trata de un logro colectivo que refuerza la idea de que la universidad pública no solo genera conocimiento, sino que también produce tecnologías capaces de insertarse en la frontera de la ciencia global.
El lanzamiento está previsto entre febrero y abril de 2026. Cuando la compuerta de la cápsula se abra y Atenea quede en órbita rumbo a la Luna, no será solo un satélite argentino el que comience su viaje. Será también la historia de un equipo de ingenieros y estudiantes que, desde un laboratorio en La Plata, se animó a soñar con el espacio… y lo alcanzó.