“No nos puede pasar esto que nos ocurrió hoy”. Guido Carrillo le dejó algo más que un gol esperanzador a Estudiantes: también una lección. Porque el delantero, en esa frase, abordó la tendencia que el equipo viene padeciendo por entrar mal a los partidos.
Porque EdeLP arrastra tres derrotas consecutivas entre Clausura y Copa Libertadores con un problema que lo afecta transversalmente: los últimos seis goles que le convirtieron al elenco de Eduardo Domínguez llegaron entre los 15 segundos (Pedro, ante Flamengo) y los 13 minutos (Ignacio Fernández, de River).
Del mismo modo que frente a Central Córdoba ya iba perdiendo 0-2 a los 10′ de partido en el Madre de Ciudades (Muslera en contra y Matías Perelló, los gritos), conceptualmente le ocurrió lo mismo al recibir al equipo de Marcelo Gallardo: a los 6′ llegó el gol de Giuliano Galoppo y, siete más tarde, el de Nacho Fernández.
El poderío que tiene Flamengo, especialmente en ofensiva, capitalizó ese déficit: antes de que se jugara el minuto, Facundo Rodríguez trabó mal con Pedro, quien derivó para Gonzalo Plata. Y éste devolvió gentilezas para que el brasileño definiera frente a Muslera.
El gol de volea de Guillermo Varela también llegó por un desacople: no sólo que Ayrton Lucas pudo trasladar y enviar el centro prácticamente sin incomodidades, sino que el uruguayo llegó casi sin marca al segundo palo.
Los antecedentes que marcan la tendencia
Las desatenciones defensivas también habían aparecido en el Madre de Ciudades -más allá de la fatalidad en el 0-1, en el segundo de Perelló el equipo perdió una pelota en ataque y retrocedió mal- y en UNO, cuando Galoppo picó desde el borde del área hasta la zona chica para un frentazo casi sin oposición. Y en el de Fernández, Rodríguez despeja corto y facilita la definición del volante de River.
Son todos errores de concentración que, con el margen completamente ajustado por el resultado de la ida, Estudiantes no podrá volver a cometer para mantenerse con vida en la Libertadores pese a la derrota.