Apenas un mes después de haber sido designado en uno de los cargos más importantes del Senado, Eduardo Viramonte Olmos presentó su renuncia indeclinable como secretario administrativo de la Cámara Alta. El funcionario cordobés, que había sido nombrado por impulso directo de la vicepresidenta Victoria Villarruel, dejó su puesto este viernes 6 de junio, en medio de una interna que no da tregua.
En una carta dirigida a Villarruel, Viramonte Olmos explicó los motivos de su salida: “No cuento con las facultades necesarias para el ejercicio del cargo que me fuera conferido”, señaló. Y agregó que, por “razones de decoro y de ética republicanas”, señaló. Y agregó que, por “razones de decoro y de ética republicanas”, decidió apartarse de su función. La breve pero contundente misiva cerró así un ciclo fugaz de apenas 30 días en el corazon del poder legislativo.
La llegada de Viramonte Olmos había sido parte del armado político de confianza de Villarruel, quien lo eligió para supervisar aspectos clave del funcionamiento del Senado, especialmente en lo vinculado al manejo presupuestario. Su designación fue votada por mayoría, con respaldo incluso de algunos senadores del kirchnerismo. Sin embargo, en pocas semanas, su influencia comenzó a diluirse: el rediseño del equipo impulsado por la Vicepresidenta incluyó recortes en sus atribuciones y la incorporación de nuevos colaboradores con mayor protagonismo.
La renovación del entorno de Villarruel se tradujo en un gabinete reforzado con figuras como Claudio Gallardo, Iris Speroni, Mario Russo, María Eugenia Tasende y Juan Manuel Gestoso Presas. Estos nombres no solo reemplazan al renunciante secretario administrativo, sino también a otros funcionarios desplazados en las últimas semanas: Juan Martín Donato, Gonzalo Izurieta y, anteriormente, María Laura Izzo.

La (in)existente relación entre Milei y Villarruel
El contexto de esta reorganización no es menor. Las tensiones con el presidente Javier Milei y su hermana Karina, secretaria General de la Presidencia, continúan latentes. La relación entre Villarruel y la cúpula presidencial se ha enfriado notablemente, con señales crecientes de distanciamiento político.
La designación de Viramonte Olmos había sido aprobada durante la sesión del 7 de mayo, cuando el Senado retomó el debate frustrado de febrero por falta de quórum. En esa jornada se había sellado un amplio acuerdo para la distribución de cargos, que incluyó a Bartolomé Abdala como presidente provisional, Silvia Sapag como vicepresidenta, Carolina Losada como vice primera y Alejandra Vigo como vice segunda, además de otros nombramientos relevantes.
Sin embargo, el breve paso de Viramonte Olmos por la Secretaría Administrativa (por no decir nulo) deja al descubierto que las internas del Senado siguen provocando movimientos inesperados. Su renuncia es un nuevo episodio en una Cámara alta que aún busca estabilidad en medio de tensiones y reacomodamientos permanentes.

