A pocos días de comenzar el invierno y con temperaturas que rozan los cero grados, madres y padres del Jardín de Infantes N°938 de La Plata denuncian que sus hijos deben asistir a clases sin calefacción. El problema, aseguran, no es nuevo: lleva años sin solución definitiva. “Desde hace seis años que estoy en el jardín —primero con mi hijo y ahora con mi hija menor— el problema es siempre el mismo: la caldera está rota o la arreglan a medias”, explicó Ailén, mamá de uno de las nenes, en diálogo con Infocielo.
“A mí me da bronca, es una obligación y un derecho estudiar para los chicos, me parece muy importante que mis hijos puedan asistir y tener sus clases como es debido”
A pesar de las circunstancisa, en el establecimiento no se redujeron las jornadas de clase que de extienden de 8.00 a 12.00. Las familias intentaron colaborar llevando caloventores, pero “no se pueden usar porque saltan las térmicas”. Tampoco hay cocina habilitada, por lo que los padres llevan termos con agua caliente para que los niños puedan “tomar un mate cocido o un té aunque sea” durante la jornada.
Reclamos sostenidos y respuestas parciales
Ailén asegura que han hecho todo lo posible para visibilizar el problema: presentaron notas, hicieron abrazos simbólicos y hasta “frazadazos” frente al edificio. Sin embargo, la respuesta siempre es “momentánea”. “Todo está atado con alambre. Arreglan algo y a la semana se vuelve a romper. No hay mantenimiento como debería haber”, denunció.
En las próximas horas, las familias presentarán una nueva nota ante las autoridades del Consejo Escolar para pedir una solución definitiva. “Siempre nos dicen que van a aprovechar el receso invernal, pero en vacaciones no trabajan, así que volvemos en agosto y estamos igual”.
La madre también señaló que entre paros, feriados y la falta de condiciones edilicias, sus hijos “tuvieron apenas dos días de clase esta semana” y un promedio de dos o tres días semanales desde el inicio del ciclo lectivo. “Es un derecho estudiar. A mí no se me complica porque trabajo desde casa, pero cuando los chicos no pueden ir, también pierdo horas de trabajo. Eso nadie me lo recupera”.