Tal vez sea el momento de apodarlo “lobo“ o “lobito” como a Fisher o a Cordone. Aunque por su profesión quizás debería ser el “lobo de Wall Street” , pero por sus ideas cercanas a las del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, le gustaría más que lo llamaran “El lobo anti Wall Street”.
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Hablamos de él, un ministro parco, con claro acento americanizado por tantos años vividos en pasillos y aulas de claustros académicos de Estados Unidos. Tan así es, que cuando piensa en voz alta para armar la frase correcta no dice “ehhh”, como cualquier argentino, él dice “ahhh” como un angloparlante.
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El ministro de economía es por estos días el niño mimado del gobierno. Lo dicen propios y extraños. Su impronta humilde pero firme, inhibida pero segura, suave pero decidida le dió en estas últimas semanas la bocanada de aire que necesitaba.
Al canje de deuda más exitoso en 15 años le siguió un buen comienzo de negociación con el FMI y por último tuvo que detener una corrida cambiara que, en otros contextos, ha llegado a llevarse puestos algunos gobiernos.
Pero el tipo (para algunos el pibe) siguió ahí, impertérrito, imperturbable y a veces impertinente, como cuando se bancó y atacó a los grandes empresarios, pero siempre políticamente correcto y con tono amable.
Ayer, en el sumun de su momento político, recibió unas cuantas alabanzas hasta del, para algunos, Gran Diario Argentino, y para otros, el eje del mal.
Es que ayer, la pluma principal del multimedio Clarín escribió un artículo cuyo título empieza diciendo “VAMOS LOBITO”.
Eduardo Van der Kooy, el histórico periodista desde hace más de 40 años del grupo liderado por Héctor Magnetto , le dedicó módicos elogios en una nota a la que pinceló de azul y blanco desde el titulo, la bajada y el cuerpo principal del artículo, explicando que esa frase (vamos lobito) es la que utilizan sus compañeros del Ministerio de Economía y sus pares y jefes del gabinete nacional para darle aliento frente a la baja de 46 pesos del dólar blue y una batería de éxitos económicos que cambiaron el ánimo del gobierno y de los argentinos en general en los últimos días .
Sabiendo de su desmedida pasión por Gimnasia y Esgrima La Plata, el modo que encontraron para alentarlo en su dificilísima tarea fue con esa arenga : “VAMOS LOBITO”, para cada ocasión en la que un gol económico ingresa al arco de los mercados, ahora mucho más calmos que semanas anteriores.
El “Lobo Guzmán” va haciendo camino al andar, sin sobresaltos ni grandilocuencias, aguantando los trapos cuando lo acusaban de inexperto y desconocido , y lo desprestigiaban a pocos días de asumir.
La historia del platense licenciado en economía, no termina aquí. Tendrá miles de páginas y batallas por participar. Probablemente su hambre de lobizón que espera al acecho el momento correcto para atacar, le den ese plus que le permita quedar en la historia como un lobo feroz que venció a los intereses concentrados eternos de la Argentina y ayudó a que el Estado esté allí para lo que fue concebido, equilibrar los intereses de los poderosos con el de las clases populares históricamente desplazadas u olvidadas.
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