Lo que debía ser una experiencia turística inolvidable terminó en tragedia este sábado por la mañana, cuando un globo aerostático con 21 personas a bordo se incendió en pleno vuelo en el municipio de Praia Grande, al sur del estado de Santa Catarina, Brasil.
El siniestro dejó un saldo devastador: ocho personas murieron calcinadas dentro del cesto del globo, mientras que otras trece lograron sobrevivir, algunas de ellas con heridas leves.
El hecho ocurrió poco después de las 7 de la mañana, en un día despejado y con condiciones meteorológicas consideradas óptimas para este tipo de actividad aérea.
Sin embargo, testigos afirmaron que el globo, incluso antes de despegar por completo, parecía tener dificultades para elevarse, algo que puede hasta deducirse al ver los videos. Las imágenes tomadas por espectadores muestran al aerostato aún en tierra, con movimientos erráticos y sobrecarga visible.
El fuego se desató de forma repentina y se expandió rápidamente desde el interior de la cesta. Según informaron las autoridades, el foco ígneo se habría originado en el sistema de calefacción, más precisamente en el “maçarico“, el quemador que permite inflar y mantener el globo en el aire.
Esta hipótesis preliminar se encuentra bajo investigación por parte del Cuerpo de Bomberos, la Policía Civil y la Agência Nacional de Aviação Civil (ANAC), que ya iniciaron peritajes técnicos sobre los restos del aerostato.
EL PILOTO, LAS LLAMAS Y UNA DECISIÓN DRÁSTICA
De acuerdo con declaraciones recogidas por medios brasileños, el piloto del globo —quien cuenta con experiencia en este tipo de vuelos turísticos— tomó una decisión desesperada al detectar las llamas: comenzó a descender de inmediato y les indicó a los pasajeros que saltaran. “Salten, salten ya”, habría gritado, según relató uno de los sobrevivientes.
Varias personas lo hicieron, lo que alivianó la carga del cesto. Sin embargo, esa acción tuvo un efecto inesperado: al aligerarse el peso, el globo volvió a ascender rápidamente, impidiendo que los demás pasajeros escaparan. Las ocho víctimas fatales quedaron atrapadas sin posibilidad de huida y murieron por quemaduras severas.
Los sobrevivientes fueron asistidos en el lugar por los equipos de emergencia y trasladados a hospitales cercanos. La mayoría de ellos presentaba lesiones menores, como escoriaciones por la caída o quemaduras de bajo grado. Dos personas permanecen internadas bajo observación.
Familiares de las víctimas y testigos del hecho describieron escenas de pánico y desesperación. “Parecía una película de terror”, declaró una mujer que presenció la tragedia desde el suelo. “Veíamos gente saltando mientras el globo ardía como una antorcha en el cielo”, agregó.
La empresa responsable del vuelo no emitió hasta el momento un comunicado oficial, aunque se sabe que operaba regularmente en la zona y que los viajes en globo son una atracción popular en Praia Grande, una localidad conocida por su paisaje serrano y su cercanía con el Parque Nacional de Aparados da Serra.
INVESTIGACIÓN ABIERTA Y DUDAS SOBRE LA SEGURIDAD
La magnitud del desastre despertó fuertes interrogantes sobre los protocolos de seguridad en este tipo de actividades turísticas. Las autoridades brasileñas confirmaron que el piloto contaba con la habilitación necesaria y que el globo tenía los permisos correspondientes.
No obstante, el accidente reaviva el debate sobre la regulación de vuelos recreativos y los controles técnicos previos al despegue.
Desde la ANAC señalaron que el proceso investigativo podría demorar semanas, ya que se analizarán restos del material incendiado, los registros de mantenimiento del globo y testimonios de los sobrevivientes.
El gobernador de Santa Catarina, Jorginho Mello, expresó sus condolencias a las familias y anunció que se reforzarán los controles sobre empresas turísticas que operen este tipo de excursiones. Por su parte, el Ministerio de Turismo de Brasil se limitó a informar que “acompaña de cerca la situación”.
Mientras tanto, la tragedia sacude a una comunidad entera y a un área muy visitada por argentinos en temporada estival, que ahora plantea una incómoda pregunta: ¿se pudo haber evitado esta catástrofe aérea?

