Cuando, allá por marzo de 2016, todavía era impensada la posibilidad de quedar detenido en su lujosa chacra de Punta del Este, Marcelo Balcedo decidió enfrentar con todo el poderío de su gremio a María Eugenia Vidal.
Así fue que aquel inicio de clases derivó en un enfrentamiento de alto voltaje entre SOEME y la Gobernadora, que incluyó escuelas tomadas, forcejeos, padres enardecidos, descuentos de sueldos y denuncias penales cruzadas.
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Cuando un nuevo gobernador asume en la Provincia, su período de gracia dura hasta que comienza su primera negociación con los gremios vinculados a la educación. Superada la parte más compleja -la discusión con los docentes- Vidal se encontró con un escollo inesperado: los auxiliares y maestranzas le habían declarado la guerra.
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El Ejecutivo redujo en $100.000 millones la asistencia prevista tras las inundaciones de marzo, dejando a Bahía Blanca con la mitad del fondo original.
SOEME y ATE se negaban a aceptar el acuerdo rubricado por los sindicatos mayoritarios de la rama, UPCN y FEGPBA, que rondaba entre el 15% y el 17%. Cuando el diálogo se estancó, el conflicto escaló y los empleados estatales decidieron ir al paro, pero con presencia permanente en los colegios, lo que significaba que si no limpiaban ellos no limpiaba nadie.
Como sucede en esos casos, las medidas de fuerza de maestranzas derivan en el impedimento del dictado de clases, ya que no están garantizadas las mínimas condiciones de higiene y salubridad para los alumnos. Y si bien ATE suele realizar ese tipo de acciones, en aquella ocasión la participación de SOEME la convirtió en más masiva y, en algunos lugares, más violenta.
La situación -que duró 45 días- se tornó dramática cuando el ministro de Educación de entonces, Alejandro Finocchiaro, decidió contratar a una empresa privada para que ingrese a las instituciones con escobillones, baldes, agua y desinfectante.
Así fue que en varias escuelas se generaron encontronazos y forcejeos, en los cuales también participaban madres y padres, necesitados de que sus hijos tengan actividad áulica. Algunas de esas peleas se dieron en La Plata y fueron registradas por las cámaras de QM NOTICIAS.
Aunque la paritaria nunca se revisó, el problema fue cayendo por peso propio y por la dificultad de SOEME de mantener esa postura en el mediano plazo, en el marco de una opinión pública que reclama la vuelta a la normalidad. Además, Finocchiaro inició un movimiento de pinza con denuncias penales y feroces descuentos.
En contrapartida, Balcedo también fue a los tribunales para acusar de “homicidio culposo” a las autoridades bonaerenses que habían decidido la poda de salarios tras la muerte por descompensación de una portera marplatense cuando se anotició de que cobraría sólo $40. Ya para el segundo año de Vidal, la postura de SOEME sería distinta y volvería a dejar a ATE en su ya tradicional postura disidente.
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