Los Clásicos no son fáciles de abrir. Y por eso, Estudiantes apeló a una fórmula conocida para romper el cero en el Bosque: Tiago Palacios marcó su octavo gol en el año -killer en 45 partidos- cerrando una jugada prácticamente calcada a la que el equipo de Eduardo Domínguez había aprovechado para ganarle en Santiago del Estero a Central Córdoba.
Impecable acción. Otra vez. Coordinada, planificada y ejecutada. Porque Santiago Ascacibar buscó pase, no lo halló arriba y entonces se apoyó en Santiago Arzamendia. Porque el paraguayo mandó, como en el Madre de Ciudades, un pelotazo frontal. Aunque esta vez no hubo peaje en Cristian Medina: el balón fue directamente a Edwuin Cetré.
Aunque el colombiano parecía incómodo ante el cierre de Renzo Giampaoli, la intervención defensiva del central de Gimnasia fue infructuosa. Y, entonces, el extremo izquierdo avanzó y lanzó el centro al vértice derecho del área chica. Sí, como en Santiago. Y ahí, apareció Palacios para definir de frente al arco y con la defensa a contrapierna. Un golón preparado del Barba que fue celebrado por todos. Y con dedicatoria: Cetré señaló a la distancia a Fernando Muslera.
Así había sido el gol en Santiago del Estero
Estudiantes se había puesto 1-0 en el Madre de Ciudades que redondeó Tiago Palacios con una definición exquisita, pero que nació de los pies de dos compañeros que se combinaron para abrir el marcador en Santiago del Estero ante Central Córdoba (SE).
Luego de una salida corta desde el fondo que contó con la combinación de Leandro González Pirez con Santiago Arzamendia, el paraguayo lanzó un pelotazo largo para dividir la pelota. Fueron a la disputa Lucas Abascia y Cristian Medina, quien con un buen control dejó pasar a su marcador para luego buscar a Edwuin Cetré, quien por dentro le ganó las espaldas a Santiago Moyano y centró para que, por el segundo palo, apareciera Tiago Palacios. Parecido al del Bosque, ¿no?

