“En tiempos donde nadie escucha a nadie. En tiempos donde todos contra todos“, reza una poesía escrita hace décadas por Fito Páez para su canción “Al lado del camino“. Y en la presente etapa pre electoral estas divisiones se profundizan y llegan a su máxima expresión. Quizás cimentadas en la participación durante el debate presidencial de Juan Schiaretti, se incrementó y visibilizó aún más una especie de “odio social” siempre presente, aunque nunca “levantado y fogoneado” desde la propia política. Se trata del rechazo histórico de los habitantes de las provincias argentinas hacia el porteñismo, que en los últimos tiempos devino en repulsión hacia todo lo que se relaciona con el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires).
De allí el acuñado neologismo “AMBA fobia” o Ambafobia, un modo de ponerle título a esa aversión histórica que nos llega desde el unitarismo y el federalismo, pero que se aproxima a la más estricta actualidad a partir de la medida del gobierno de explicitar públicamente cuánto costaría un boleto de tren o colectivo ante la posibilidad de un triunfo electoral de Javier Milei o de Patricia Bullrich, porque ambos plantean la necesidad de eliminar esos beneficios para las millones de personas que se mueven en la llamada zona AMBA.
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Un coletazo, quizás inesperado o no previsto, al hacer campaña con ese dato hipotético pero real, del boleto a 700 y 1100 pesos respectivamente que costaría al eliminarse los subsidios, está siendo el enojo transformado en bronca de los ciudadanos de las demás provincias, que no tienen igual beneficio y que siempre se quejan de esa diferenciación que los perjudica.
¿Es contraproducente recordar, a horas de los comicios, que ser porteño o “ambeño” tiene sus privilegios?
¿Gana más o gana menos Sergio Massa al hacer pivotear un eje de su campaña en el temor a perder esta ayuda gubernamental a los ciudadanos del área más densamente poblada del país?
¿Puede resentirse todavía más el voto en las provincias a Unión por la Patria a partir de la publicidad, no buscada en ese sentido, de esta “injusticia” llena de inequidad? ¿O ya evaluaron que numeralmente es mucho más lo que se gana con el temor a perder esta política por parte de los porteños y conurbanenses, de lo que puede impactar un rechazo generalizado del llamado “interior del país”?
Lo concreto es que a partir de la medida de permitir a quien no concuerde ideológicamente con los subsidios, borrarse de esa lista, también se propició que quienes no tienen esa posibilidad en Córdoba, Santa Fe, Mendoza o cualquiera de las grandes ciudades con enormes conglomerados urbanos y sin el beneficio, recuerden nuevamente la histórica asimetría, y exacerben aún más esa “AMBA fobia” a días de las elecciones.
Las redes se hacen eco y calientan el “caldo de cultivo” que significa esta discriminación hacia quienes no habitan la “zona núcleo”, que saca provecho de tales medidas económicas.
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