El ex titular de ARBA,
Santiago Montoya, encabezó hoy una
movida a fondo en el Seminario “
Aportes para la Regionalización de la Provincia de Buenos Aires” que se realizó en Campana. Marca registrada, la jornada en la que se
dejó ver, protagonista estelar, con el propio Gobernador y rodeado de embajadores e intendentes, le sirvió para dejar en claro que pese a ocupar un cargo fuera del área de decisiones del gabinete provincial, todavía no está afuera del sistema político, pese a haber sido
eyectado un año y medio atrás de la gestión que hoy es parte.
El titular del Grupo Bapro movilizó a una buena cantidad de dirigentes de primer rango a nivel bonaerense y nacional, puesto que no sólo Scioli y varios intendentes de diverso color político estuvieron presentes, sino que también se depararon ver el presidente provisional del Senado de la Nación, José Pampuro y tres embajadores (el de Brasil, el de Uruguay e incluso el de Francia) que llegaron hasta el lujoso Domo del hotel Sofitel Reserva Los Cardales de la localidad del Conurbano.
Todos los cuidados detalles de la organización indicaron que el ex sabueso venía preparando un evento así hacía rato y que le dio una importancia mayor que una simple presentación de un anteproyecto del que ya se venía hablando hace meses. Hasta repartió pendrives de souvenir y sorprendió a varios regalando medidores de presión de bolsillo para las cubiertas de los automóviles.
Montoya también se mostró ocupado por sorprender con su discurso. El director del Grupo Bapro señaló más de una vez que estaba preparando el proyecto para que lo usufructuara el gobierno que sucediera al de Scioli. Frase patentada desde su regreso al Gabinete provincial con la que el ex sabueso se muestra en el perfil que más supo explotar en su paso por la administración pública, un técnico que –sin embargo- esta vez trabaja para darle forma a un proyecto de inocultable consecuencia política para la principal Provincia del país que trascienda, incluso, la gestión de turno y las banderías políticas.
Y lo más llamativo de su discurso, fue la insistencia con la que citó, en al menos cinco ocasiones, al ex presidente radical Raúl Alfonsín, lo que sonó forzado para parte del auditorio. El funcionario nombró una histórica frase del difunto líder de la UCR (“Con la democracia se come, se educa y se cura”), y no se quedó allí, sino que volvió sobre el mismo tema en reiteradas ocasiones para decir que Alfonsín había sido un visionario.
Incluso cuando después de un break retomó la palabra frente a una audiencia ya despoblada de dirigentes de primera línea, volvió a nombrar al radical y a repetir que se había anticipado en el tiempo con esa frase. Evitó, sin embargo –y se notó por contraste- mencionar al mismísimo Néstor Kirchner. Y a Juan Perón, un lugar común para los discursos del oficialismo, lo nombró al pasar una sola vez.
Por otra parte, el ex recaudador logró que el representante de Julio Cobos en territorio bonaerense, el intendente juninense Mario Meoni, hablara maravillas de Scioli y que el embajador francés, Jean Pierre Asvazadourian, dijera que “Francia no es un país federal como la Argentina”.
Todo esto le sirvió a Montoya para demostrar que por su propio carisma puede sentar en una misma mesa a un ex duhaldista de paladar negro, aunque devenido kirchnerista, como Pampuro con un cobista acérrimo, una radical como la chascomunense Liliana Denot y un hombre del Frente Amplio Uruguayo, una empresa difícil de conseguir en la política confrontativa de hoy en día.
Y por si fuera poco, se atribuyó la potestad de negociar con otro enemigo del kirchnerismo, hoy enfrentado duramente con Scioli, como lo es el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, para un ambicioso proyecto que encuadre a la provincia y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en una misma región para ciertos temas de conflicto habitual, como el tratamiento de la basura y la inseguridad, desafiando así a los mandatos constitucionales y anunciando la futura modificación de cinco leyes clave de la provincia, como si se tratara de poca cosa, en épocas en la que rejuntar voluntades, con forma de votos, suele ser una empresa harto complicada para el oficialismo.
Esta maniobra esconde un anhelo vehemente del ex recaudador, que es el de ocupar la primera plana de la política bonaerense. Tiempo atrás, Montoya había admitido que “sería un honor” acompañar a Scioli en una fórmula para repetir el mandato en la provincia.
Hoy dijo a INFOCIELO que no puede pensar en eso “con el bardo” que significa elaborar, defender y finalmente concretar la promocionada regionalización, con la que preparó su regreso estelar a la política bonaerense. Sin embargo, no desmintió sus potenciales intenciones de ser el vicegobernador, en una eventual fórmula encabezada por el propio Daniel Sicoli. Y si no puede serlo, hará un intento por convertirse en el superministro que, como dijeron en off intendentes que estuvieron presentes, sería la cúpula de la gran estructura de las nuevas regiones, una especie de gobernación paralela. Enviado: Javier Laquidara