Son cosas que pasan. Aquí no hay explicación de un inconciente traicionero ni de raras conclusiones psicológicas. Horacio Rodríguez Larreta, el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires “le pifió” de distrito al momento de encumbrar a su amigo Diego Santilli como el mejor candidato posible a diputado nacional.
Para nada mancha el elogio genuino que salió de la boca del titular del distrito gobernado por el PRO desde hace 14 años, quien desde esos tiempos tuvo como ladero a su amigo íntimo, “El Colo” Diego Santilli, en la Capital Federal.
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Es que pasó tanto tiempo y tanta agua bajo el puente (y la Juan B. Justo).
Tantos metrobuses y “subtrenmetrocletas” los vieron andar codo a codo.
Tantísimas playas en verano los encontraron imaginando un chapuzón en los espejos de aguas virtuales impresos en el suelo, y tantas jornadas los encontraron con sus gorritos “piluso” en las sombrillas de la costa del río que baña la histórica Ciudad de Buenos Aires, que a Horacio Rodríguez Larreta se le tiene que hacer difícil despegar a Diego Santilli de la Reina del Plata, y empezar a formar en su cerebro las autopistas neuronales que construyan un nuevo camino y le hagan superar el “duelo” de perderlo para, generosamente, depositar la sapiencia de Diego Santilli, su mano derecha, en la Provincia de Buenos Aires.
El momento del lapsus de Horacio Rodríguez Larreta que lo hizo confundir el distrito por el cual se presenta Diego Santilli como precandidato a diputado nacional
“Yo no tengo ninguna duda que Diego Santilli es el mejor candidato a diputado que tenemos en la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de este gran equipo de Juntos. Muchas gracias Diego”, dijo el Jefe de Gobierno… “Gracias, Horacio”, respondió “el Colo”, sin marcarle el desliz.
Porque su frase de apenas 11 segundos y 34 palabras, en la que ese lapsus lo hace confundir el distrito por el que se postula a candidato a diputado nacional Diego Santilli, ya no lo ubica en CABA como siempre fue, ahora será “orgullosamente bonaerense”, y Horacio Rodríguez Larreta deberá acostumbrarse a esa pérdida y convivir con ella, y eso lleva tiempo.
El error, al que usualmente se le denomina “un lapsus“, está más que justificado en el cambio abrupto de domicilio.
Deberán asimilarlo juntos.
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